El quince de enero del año de 1928 el Presbítero Pablo del Olmo y Arias, párroco de la Iglesia de término del Sagrado Corazón de Jesús, del Vedado y Carmelo, efectuó en ritual solemne las exequias de difunto al féretro de Carmen Zayas Bazán Hidalgo, antes de ordenar su sepultación en el Cementerio de Colón de la Habana. Con 74 años de edad, Carmen no apartó de su pensamiento los recuerdos doloridos y de agonía de quien fuera su único esposo, José Martí, para quien nunca albergó rencores por su distanciamientode su corazón.
Como una prueba elemental de amor infinito, la dama del Camagüey le confesó a él, estando fuera de Cuba, en carta desde la capital cubana en julio de 1881: “Tengo sed de cariño”. En otra misiva escrita en su natal Puerto Príncipe, desde la edificación en que residió un tiempo junto a sus tías en Mayor nro. 16, aunque nació y residió también en San Francisco nro. 9, le enfatizó al habanero esposo que lo veía distanciarse más de ella: “lo que hice al principio con placer llena de amor inmenso que le tenía”. No merece más comentarios el texto.
Quien le escribió así al que sabía preparaba en secreto la guerra necesaria y definitiva para la independencia de Cuba, no podía amarlo más. Por ello le confesó un día: “Mucho tiempo hace que te amo, pero en silencio, mucho ha que mi corazón te pertenece. Es cierto que desde que te ví te amé, desde ese momento sentí nacer en mi corazón inextinguible llama del primer amor”.
Carmita luego de su definitivo retorno de los Estados Unidos, había fijado su residencia en el Vedado habanero para así acompañar a una de sus hermanas invalidada de piernas, también a su hijo Pepito y a quien más tarde sería su esposa Teté Bances.
Ante su desaparición física el Periódico El Camagüeyano en nota necrológica publicó: «De las virtudes que adornaban a Carmita Zayas-Bazán, no ha de hablar aquí el cronista. Solamente basta como un símbolo, que se diga que fue la compañera inseparable de aquél que dio hasta la vida por hacer la patria que hoy disfrutamos».[1]
Carmen, de vuelta a su Camagüey.
El 30 de junio de 1951 fueron trasladados al Cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba los restos del Apóstol de Cuba José Martí Pérez para su sepultación definitiva. La ceremonia tuvo repercusión en toda la República.[2] Santiago entero en las calles, las escuelas, las instituciones religiosas, corporaciones, el ayuntamiento…
Casi en paralelo, pero sin pompas, los restos de la esposa de Martí fueron trasladados desde el Cementerio de Colón a la Necrópolis de Camagüey por su prima Brianda de Zayas, responsabilizada en dejarlos depositados para la eternidad en el panteón de estilo art decó, señalado en su frontis con las letras a relieve Zayas-Bazán. Tras una reja de hierro y el grueso cristal podían verse un cuadro, flores y un epitafio, y dos losas que cubrían las fosas practicadas en piso de granito.
Varias corporaciones, instituciones, el Consejo de Veteranos de Camagüey, y público general, se dieron cita en la ceremonia de inhumación. No hubo discursos. Sólo solemnidad, tal vez, siguiendo antigua costumbre lugareña.
El Periódico El Camagüeyano, en su Edición Especial de domingo no perdió la ocasión de recoger y de difundir esos instantes especiales de afecto y acompañamiento final a la viuda de Martí expresados en recinto cementerial:
«Procedente del Cementerio de Colón en La Habana fueron trasladados ayer al Cementerio General de esta ciudad, los restos de Doña Carmen Zayas-Bazán, viuda del Apóstol, cuyo deceso se produjo hace varios años en la capital. Doña Carmen procedía de una distinguida familia camagüeyana y sus familiares realizaron las gestiones oportunas para la extracción y traslado de los restos, coincidiendo precisamente con la ceremonia que se verificó ayer en el Cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba, como homenaje póstumo al Apóstol José Martí».[3]
Allí para siempre reposaría la eterna amante de Martí, la valiente que reclamó su cadáver al General y Gobernador de La Habana[4]; la esposa que un día quedó a la espera de que la cabeza de su marido fuese a reposar a su lado en su almohada.
Allí rodeada por los panteones con los restos del patriota Gaspar Betancourt Cisneros, El Lugareño; del General de División Javier de la Vega Basulto Jefe del Tercer Cuerpo del Ejército Libertador; del catedrático y Teniente Coronel Manuel Ramón Silva Zayas y su hermana la patriota Ángela Malvina; de Juan Anido Carbonell, que sirvió a Martí en la creación del Partido Revolucionario Cubano y en los preparativos de la guerra; y del Benefactor José Olallo Valdés, que fuera autorizado a atender el cadáver del Mayor Agramonte.
[1] Biblioteca Provincial “Julio A. Mella” (BPJAM). Camagüey. Sala de Fondos Valiosos. Colección El Camagüeyano. Periódico El Camagüeyano, lunes 16 de enero de 1928. Año XXVI, Nro. 16, p. 4.
[2] El hijo de Martí y Carmen falleció antes. El Periódico El Camagüeyano en su Edición del martes 23 de octubre de 1945, Año XLIII, Nro. 251 (en 1ra. Plana), dio a conocer la noticia bajo el título: «El sepelio del Mayor General José Martí Zayas-Bazán, hijo del Apóstol, se efectuará hoy. Su cadáver fue tendido en el Salón de los Pasos Perdidos del Capitolio donde se le rindieron los honores que merecía».
[3] BPJAM: Periódico El Camagüeyano. Domingo 1ro de Julio de 1951. Año LI, Nro. 158, p. 1.
[4] Según nota de Carmen Zayas Bazán dirigida al periódico habanero La Lucha, en 22 de mayo de 1895, precisó que ella y su hijo Pepito se proponían el reclamo del cadáver de Martí «para hacerlo enterrar en el panteón de mi familia». Apenas caído en combate el 19 de mayo ella supo la noticia por la prensa integrista y días después solicitó audiencia al General Gobernador para el reclamo. La pregunta obligada es en cuál panteón pretendió ella sepultar a Martí, si ya era llevado al Cementerio Santa Ifigenia en Santiago de Cuba para su entierro. Por cierto, para la fecha la familia Zayas-Bazán contaba con panteón en el Cementerio General de Puerto Príncipe. ¿Acaso Carmen pretendió trasladarlo allí?