“Podemos cambiar el mundo y hacer que sea un mundo mejor. Está en tu mano hacerlo realidad”.
Nelson Mandela
A propósito del natalicio del líder sudafricano, el 18 de julio, quiero acercarlos a una casa camagüeyana, donde Mandela es inspiración.
Ubicada en la calle República, frente al hotel Colón, La Casa Madiba es un proyecto cultural, desde la labor por cuenta propia. Constituye un homenaje al ídolo del propietario: Amaury Vázquez Villalón.
Sus 10 habitaciones llevan el nombre de personas que luchan o han luchado, contra el triste flagelo de la discriminación, el lugar no constituye un culto a ninguna raza, porque sus puertas se abren para todos los seres humanos.
Entremos a la majestuosa edificación y descubramos todo lo que se promueve allí, en contra de cualquier prejuicio social.
Amaury
Es graduado de cultura física, vivió unos años en Italia y al lograr un capital regresó a casa, para emprender su negocio. La espaciosa vivienda fue perfecta para arrendar habitaciones a extranjeros, pero el espacioso y muy bien ambientado patio colonial, ameritaba algo de cultura para brindar al visitante.
Así emprende su proyecto Casa-Madiba, que, desde la música cubana, promueve valores de inclusión y respeto para las personas de cualquier raza, credo u orientación sexual.
Inspiración
Esos principios que defiende, en los que cree, los heredó de su abuelo materno Juan Amado Villalón, quien fue uno de los presidentes de la Asociación: Victoria (1904-1960) fundada por veteranos de la guerra de independencia de 1895, según el reglamento, los miembros debían ser de color, de buena conducta y antecedentes de igual condición.
Nota curiosa de la Sociedad Victoria
Las mujeres se admitían al ser representadas por un caballero de la familia y en su defecto, por una señora jefa de hogar. Este último rasgo fue distintivo y emancipador para la mujer, porque casi la totalidad de otras sociedades, las admitían solamente con la condición de esposas e hijas solteras de un asociado.
La Victoria, ubicada en San Clemente esquina Lugareño, tomó otros proyectos sociales después de 1960, hoy es la sede del teatro Guiñol para todos los niños camagüeyanos, de cualquier color.
Volvemos al abuelo
Juan, además fue dirigente sindical, todos sus años laborales y siempre se hizo acompañar de la guitarra, dicen que sus rudas manos de carpintero y ferroviario; eran muy ágiles para tocar y cantar a la justicia.
Con el triunfo del 59, se une al movimiento de la Casa de La Trova, pues vino de Santiago para echar raíces en esta tierra y de allá solo trajo la sonoridad y el instrumento, ligados a principios inquebrantables.
Fue tan así, que dice Amaury, que tardó 40 años en descubrir que era mulato, porque en su casa nunca se habló de color, solo de amistad, las diferencias de las que pudo escuchar hablar a los mayores eran políticas, de paz, nunca raciales. Pero además mucho le hablaron de Mandela y de otros negros que luchaban por la igualdad de las personas.
Mandela entre nosotros
Para disfrutar de la música, en especial de La Trova de su infancia, Amaury gestó su proyecto, que es una suerte de homenaje tanto a los ideales de su abuelo como a los de Mandela. Al final ambos lucharon por lo mismo, dice: al servicio de la humanidad, como abogados defensores de los derechos humanos y por la libertad de su tierra, trabajaron por la paz.
Confiesa que Madiba es su ídolo porque lo ve como una paloma africana, un mensajero de la concordia, del perdón, digno de admirar en estos tiempos de tanta maldad y egoísmos.
Desde la casona que lleva su nombre, en el corazón de la calle República, Amaury con sus buenas acciones intenta vivir en su Camagüey ceñido a los preceptos del hogar en el que creció y para eso, nada mejor que imitar a Nelson Mandela, el líder Mundial del que aprendió que…
“Ser libre no es solamente desamarrar las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás”.