Céspedes y Agramonte :La estrategia de convocar

Foto: Archivo OHCC
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Martí dio la batalla para impulsar el proyecto cubano de nación próspera, libre y unitaria. Por ese camino trabajó incesantemente para estructurar la dimensión cultural humanista de la Revolución. Claro, para ello había que vertebrar con solidez ese proyecto social con el proyecto político descolonizador, independentista, -antiespañol y al mismo tiempo antiimperialista, latinoamericanista-, para que verdaderamente fuese fundacional y diera lugar a una república «con todos y para el bien de todos»; cual república democrática, justa, equitativa y forjadora del hombre nuevo.

De ahí que la mayoría de sus escritos y discursos capitales que brotaron de su entraña en los Estados Unidos, en la década del 80 del siglo XIX, se centraran en tratar de forjar ese orgullo de auto reconocimiento cubano. De ahí también que el Maestro, en ocasiones, nombrara a figuras capitales de nuestra historia como Varela, Luz Caballero, Heredia, entre otros. Y rememorara insistentemente la fecha luminaria del 10 de Octubre, y otros episodios de nuestra historia, como el 27 de Noviembre.

Céspedes y Agramonte

Ahora bien, Martí no era ajeno a las miserias humanas; de los errores de las luchas pasadas; de los desvaríos de hombres del ´68; de las miradas ingenuas de algunos cubanos deslumbradas por el «Norte revuelto y brutal».

El Maestro aquilató las distancias y los obstáculos interpuestos entre algunos jefes de la guerra pasada; de los resabios e imperfecciones de no pocos de esos bravos luchadores que no habían temido a las balas españolas; y de la brutalidad de la guerra despiadada que había consumido familias, propiedades y fortunas.

¿Cómo convocar de nuevo al sacrificio? ¿Qué paradigmas citar para hacer cabalgar de nuevo a resentidos y pusilánimes? ¿Cómo unir a los descreídos de esa utopía de nación republicana? Los ejemplos convocantes fueron Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramonte.

Céspedes y Agramonte convocan al alma cubana

Martí sabía que al mencionar los nombres de los dos hombres imprescindibles del ´68, ningún revolucionario cabal se resistiría a la cita del ´95. Se trataba de dos hombres-símbolos aún mentados con unción en la Mayor de las Antillas y en el seno de la emigración patriótica en los Estados Unidos y en tierras latinoamericanas; donde quiera que hubiera un cubano digno, como en República Dominicana, en Costa Rica, en Jamaica, o en Panamá…

Para la unidad del disperso mambisado nada mejor que hacer resonar el nombre del bayamés y «aquél del Camagüey…». Por todo, el 10 de Octubre de 1888, en la madrugada daría los toques finales a su artículo que titulara «Céspedes y Agramonte»[1] y que aparecería en el periódico neoyorquino El Avisador Cubano, exactamente cuando se conmemoraba el XX aniversario de la fecha patria y el XV de la caída en combate del Mayor Ignacio Agramonte, el 11 de mayo de 1873. Allí Martí dejaría de lado yerros del «volcán que viene tremendo e imperfecto de las entrañas de la tierra» y del ser «caprichoso»[2] que criticara el general Quesada.

Habían sido ellos los hombres símbolos de Cuba. Y lo siguen siendo de alguna manera todavía. Tenían poder de convocatoria suficiente para de nuevo levantar a la Isla en armas, fundar la República democrática, y para hacer viable la nación independiente.

Y tienen sus nombres el mismo poder de convocatoria para llamarnos a luchar sin desfallecer «Por un Mundo Mejor», a trabajar y a defender nuestro proyecto de patria socialista, independiente, libre, próspera, soberana y solidaria con el mundo.

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[1] Recomiendo leer el contundente artículo del Maestro que con pasión desbordada dedicara a esos dos hombres símbolos y que se halla en: José Martí, Obras completas, Editora Nacional, La Habana, 1963, t. IV, pp. 358-362.

[2] Algunos oficiales calificaban al Mayor de “puntilloso”, lo que equivalía a señalar que era demasiado insistente en los detalles relativos a asuntos de la guerra; realmente ese señalamiento lo aclara el General en Jefe del Ejército Libertador Manuel de Quesada cuando le comenta el 20 de enero de 1870: « […] tiene U. en genio algo difícil; poco dispuesto a reconocer un error, si por casualidad lo comete. No tenga, pues, yo se lo suplico en nombre de Cuba, ese capricho y sui alguna vez viene (…) no tenga embarazo en reconocerlo y variar de modo de pensar (…) Calme U. las pasiones adonde quiera que las vea surgir, y propenda a la unión de todos los cubanos […]». Cfr. En: Cento Gómez, Elda: De la primera embestida. Correspondencia de Ignacio Agramonte (noviembre de 1868-enero de 1871). Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2014, pp. 285-286.

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