Un Guerrillero habla de un coloso.
«Hoy que estamos en la tarea de la construcción del socialismo en Cuba, que empezamos una nueva etapa de la historia de América, el recuerdo de Antonio Maceo adquiere luces propias. Empieza a estar íntimamente ligado al pueblo, y toda la historia de su vida, de sus luchas maravillosas y de su muerte heroica, adquiere el sentido completo, el sentido del sacrificio para la liberación definitiva del pueblo.
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Mientras el enemigo imperialista mantenga sus garras fuertes, mantenga su apetito, sus deseos de destruir nuestra Revolución, tenemos que seguir en pie de guerra, y sigue para nosotros, tan viva y tan presente como en los días de la gesta gloriosa del 68 o del 95, la historia y los ejemplos de Antonio Maceo y de todos los hombres de aquella época, que lucharon 30 largos años por dejar los cimientos de lo que hoy estamos construyendo.
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Cuando Maceo deja el Ejército de occidente, cruza la Trocha, llega a esta zona donde perdiera la vida, había cumplido su tarea fundamental: la Revolución estaba encendida en todo el territorio de Cuba.
Hemos llegado a un momento a un momento donde el machete de Antonio Maceo vuelve a estar presente y vuelve a adquirir su antigua dimensión. Hemos pasado por la prueba más dura que puede pasar pueblo alguno, hemos estado frente a la destrucción atómica, hemos mirado al enemigo preparar su inmenso caudal de cohetes, de armas de destrucción de todo tipo, y hemos visto como apuntaba todo ese arsenal hacia Cuba (…) Y este pueblo, digno de Maceo, de la estirpe de Maceo, de Martí, de Máximo Gómez, no tembló, ni siquiera vaciló.
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Y frente a la soberbia bestial, frente a su afán de aniquilar a lo más puro en el mundo, se alzan los hombres, se alzan los hombres dirigidos por gente que levantan las banderas de Martí, de Maceo y de Gómez»[1].
El Che maceista
Por hacer la campaña de Oriente a Occidente contra las fuerzas del Ejército garante de la dictadura batistiana, acción estratégica militar similar a la que emprendiera el Lugarteniente general Antonio Maceo desde Mangos de Baraguá, en 1878, para expulsar de Cuba al ejército colonialista hispano. Por su lealtad firme desde los días de México y del Granma al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, similar a como en su tiempo histórico Maceo demostrara fidelidad al General en Jefe del Ejército Libertador, el mayor general Máximo Gómez Báez. Por su intransigencia frente al Imperialismo yanqui, de quien advirtió no confiarse “un tantico así”, como Maceo al adelantar el brazo del acero de combate al general español Arsenio Martínez Campos, que pretendiera la indigna formulación de paz sin abolición y sin independencia.
Por estar del lado de los humildes y disponerse a combatir permanentemente por ellos, como Maceo, que sin mirar diferencias entre los colores de la piel y los apellidos se entregó a luchar por la igualdad y libertad plena. El Che creyó en la lucha, fue un guerrero que no descansó hasta ver libre a Cuba. Así como lo fue Maceo.
Y así mismo por razones inexplicables de la vida, Che y Maceo, continuarán la batalla por Cuba. Sus trayectorias revolucionarias y libertarias perdurarán y con ellas venceremos los obstáculos y nos darán fuerzas, fortalecerán la unidad de todos y la fe inquebrantable para no volver a bajar la espada o dejárnosla quitar por el enemigo.
[1] Discurso pronunciado por el comandante Ernesto Che Guevara, el 7 de diciembre de 1962.