Concha madre y patriota
María de la Concepción Agramonte y Boza nació el 7 de diciembre del año 1834, en una de las habitaciones de la casa colonial tradicional marcada con el No. 2 en la calle Candelaria -actual Independencia- esquina a la de Soledad, hoy Mayor General Ignacio Agramonte.
Sus padres fueron Juan de la Cruz Agramonte Arteaga y Rufina Boza Varona. La sola mención del apellido Boza, procedente de sus ancestros históricos, guarda relación con las primeras historias escritas del terruño.
Concha Agramonte provino de una familia rica. Anduvo con sus padres de casa en casa de parientes que gustaban de tertulias y celebraciones. Y cuando llegó la hora del casamiento, el 2 de junio de 1852, prefirió unirse al hombre de barba negra y tez trigueña a quien sus amigos llamaban Cao. Se trataba de Francisco Sánchez y Betancourt, hombre de trabajo y patriota entero en quien hervía el fuego de la libertad por la independencia.
Concha fue con él al rancho en Guáimaro, y desde allí ayudó a tejer las insignias guerreras y a bordar las primeras banderas de las partidas armadas; y se asomó a la casa de la Constitución a esperar que los diputados aprobasen la emancipación plena de las mujeres del Camagüey. Concha no tuvo miedo al fuego, y por ello vio arder Guáimaro en mayo de 1869, antes que la columna del conde de Balmaseda violara al pueblo sagrado. A sus ocho pequeños hijos se los llevó a la Sierra de Najasa, a la finca San José, para que no se los robaran los españoles.
El sacrificio supremo por la Patria
Les parió hijos a la Patria para lanzarlos a todos a la guerra. En junio de 1871, una guerrilla española la apresó junto con sus hijos, y la remitieron a la ciudad de Puerto Príncipe para deportarla. La medida fue revocada; no obstante, se vio obligada a emigrar a Nueva York, donde recibió auxilio de la emigración patriótica cubana, y especialmente de las cubanas Francisca Moliner y de Mercedes de la Guardia.
Concha logró que la matrícula de sus hijos menores fuera aceptada en colegios de esa ciudad, en tanto Calixto y Armando laboraron en casas comerciales neoyorquinas para obtener sustento económico. Por su lado, Eugenio Sánchez ingresó en una escuela pública, hasta matricular en el Colegio St. Jhon´s, en el condado de Fordam.
Entre tanto, en la guerra en Cuba, sus hijos Benjamín y Juan de la Cruz Sánchez integraron el Ejército Libertador y conquistaron importantes éxitos militares. Por cierto, Juan de la Cruz, después de ser ascendido a Sargento, fue herido mortalmente en Soledad de Pacheco -Jimaguayú- el 2 de marzo de 1873.
Tras conocer la muerte de su hijo, Concha conservó inquebrantable su espíritu y el apoyo material a la independencia cubana. Por fin, concluida la guerra en 1878, dos años después, Concha Agramonte regresó a Puerto Príncipe, a la casa de Contaduría No. 50, entre las del Cristo y San Diego. Desde aquí, ella y Francisco Sánchez volvieron a conspirar por la Guerra de independencia de 1895; ya estaban comprometidos con José Martí.
Enrique Loynaz del Castillo fue hasta ellos a entregar las Bases y el Programa del Partido Revolucionario Cubano fundado por Martí. Concha quedó integrada a la red de inteligencia mambisa bajo el seudónimo Habana. La agente actuó en uno de los clubes revolucionarios bajo la dirección de las patriotas camagüeyanas Consuelo Álvarez de la Vega y Caridad Agüero Betancourt.
Concha desarrolló su trabajo secreto en apoyo a la Revolución hasta su arresto e internamiento en la Cárcel Nacional de Puerto Príncipe bajo la acusación de infidencia. Junto con ella, fueron llevadas a prisión Ángela Malvina Silva Zayas, María Aguilar Borrero, Gabriela de Varona Varona -La Golondrina-, su pariente Juan de la Cruz Agramonte Boza, José Morell Xiques y otros agentes.
Luego, Concha y sus acompañantes fueron trasladados a la Cárcel de La Habana, en febrero de ese año, y de allí remitidas a la Casa de Recogidas de Mujeres. Meses después, por gestiones de familiares y de amigos, obtuvo el indulto hasta pasar a la emigración patriótica en los Estados Unidos, en compañía de su hija Emilia Sánchez.
En Cuba quedaron sus hijos Alfredo, Eugenio, Benjamín Calixto y Armando, quienes integraban el Ejército Libertador. Muchas fueron sus acciones en apoyo a la Patria. Más tarde, regresó a Puerto Príncipe a la casa marcada con el No. 15 en la calle San Francisco -actual No. 154 de Antonio L. Luaces, esquina a San Pablo.
En la ciudad de La Habana, Concha Agramonte y Boza falleció el 24 de agosto de 1922. Nunca dejó a Cuba, siguió viviendo ardorosamente por su libertad.