Conrado Benítez, la impronta de un nombre

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A escasos días de iniciar la primera fase de la Campaña de Alfabetización, es asesinado el joven maestro Conrado Benítez, como parte del programa de acciones encubiertas que contra Cuba había sido aprobado por la presidencia de Dwight D. Eisenhower.

Es así que dirigidos por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de los Estados Unidos, integrantes de la principal banda de alzados que operaba en El Escambray, hicieron prisionero, torturaron y asesinaron a Conrado -quien solo tenía 18 años de edad- junto con el campesino Eleodoro Rodríguez Linares, conocido por su participación en la lucha antibatistiana.

El horrendo crimen pasó a ser, como afirma Yudith Madrazo, el primer acto de terrorismo registrado contra el Magisterio y efectuado por los enemigos de la Revolución.

Con sus muertes, se buscaba crear el pánico, el miedo y la inestabilidad entre la población. Sin embargo, tales acciones no pudieron entorpecer el camino y mucho menos frenar el desarrollo de esta campaña nacional que se convirtió indudablemente en uno de los hechos culturales más importantes de los primeros años de la Revolución Cubana.

El nombre y la impronta de Conrado calaron en lo más profundo de los educadores y alfabetizadores cubanos. De esta forma, partiendo de experiencias previas, pero menos organizadas, y como homenaje al joven maestro matancero, se crea la Brigada “Conrado Benítez”, que se convertiría en una de las grandes fuerzas alfabetizadoras de dicha campaña.

Historia de una brigada

Su historia comienza el 15 de abril de 1961. Es por esta fecha que arriban a Varadero los primeros 2000 jóvenes que pretendían asistir a los seminarios de formación, en los cuales -con una semana de duración- aprenderían todo lo relacionado con su futuro trabajo como alfabetizadores. De allí partirían a los lugares destinados.

Las edades de los brigadistas oscilaban generalmente entre 14 y 16 años; aunque algunos se encontraban fuera de este rango. Por otro lado, la mayor parte tenía como nivel escolar, el primario y el secundario. Muy pocos procedían de la enseñanza preuniversitaria, técnica y universitaria.

Una vez terminada la Campaña de Alfabetización, gran parte de los brigadistas continuaron sus estudios, gracias a las becas ofrecidas por el Estado.

Si bien su muerte resultó ser un duro golpe, a partir de ese momento -según el Dr. C.  Felipe de Jesús Pérez-Cruz- la juventud reforzó sus propósitos revolucionarios y la decisión de cumplir la meta cultural trazada por la Revolución para ese año, como lo demostró la brigada que llevó su nombre.

Fuente:

– Madrazo Sosa, Yudith. Conrado Benítez: recuerdos de un joven maestro gigante. Periódico Cinco de Septiembre del 7 de enero del 2023.

– Pérez-Cruz, Felipe de Jesús. La Campaña Nacional de Alfabetización en Cuba. VARONA, Revista Científico-Metodológica, No. 53, pp.10-23, julio-diciembre, 2011.

– Santamaría Luengos, Juan Ignacio. La Campaña de Alfabetización. (Segunda Parte). Departamento de Geografía. Escuela Universitaria de Profesorado.

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