El domingo 11 de junio de 1933, a las tres y media de la tarde, la ciudad de Camagüey se vuelve protagonista de un hecho extraordinario al recibir la aeronave llamada “Cuatro Vientos”. Mariano Barberán Tros de Ilarduya como navegante y director, y el piloto, el teniente Joaquín Collar habían logrado una hazaña: el primer vuelo que atravesaba el océano Atlántico desde Sevilla, España, hasta Camagüey.
El proyecto de este viaje lo presentó Barberán en octubre de 1932 al Gobierno Español. El vuelo se realizaría en un sesquiplano Breguet XIX GR Superbidón y contaba con Modesto Madariaga como mecánico. El Presidente de Gobierno, Manuel Azaña, para nada un entusiasta de los gastos destinados a la aeronáutica, aceptó la propuesta y se asumirían los costes de la misma, pero con la condición de que el avión fuese construido totalmente en España, como se puntualizó taxativamente: «Hasta el último tornillo». Su coste fue de 80.000 pesetas.
Barberán era un capitán alcarreño de Guadalajara que contaba 37 años, había sido galardonado con Medalla Militar en la guerra de África y nombrado Caballero de la Orden de Isabel la Católica. Por su parte Joaquín Collar y Serra ostentaba la graduación de teniente y vio la luz en Figueras, Gerona, contaba 26 años y era un reconocido seguidor de la República. Participó en la fracasada intentona revolucionaria de diciembre de 1930 y, a causa de ello, tuvo que exiliarse unos meses fuera de España.
De Sevilla a Camagüey
El día 10 de junio de 1933, cargado con 5325 litros de gasolina y 220 de aceite, despegaron a las 4:45 del aeropuerto sevillano de Tablada. Aterriza en la fecha y lugar ya citados tras recorrer 4533 millas, 7895 km en 39 horas y 55 minutos. Al divisar Cuba solo les quedaban poco más de 100 litros de combustible, por lo que inicialmente decidieron aterrizar en Guantánamo, aunque el mal tiempo se lo impidió y optaron por hacerlo en Camagüey.
El aterrizaje se esperaba que fuera por la Habana, por lo que la ciudad agramontina no contaba con la preparación óptima para el recibimiento. A pesar de estas circunstancias y de la lluvia que caía en la ciudad, millares de sus habitantes habían subido a las terrazas y salido a la calle para seguir la llegada del histórico vuelo. El recibimiento a los aviadores solo contó con la presencia de dos tenientes de aviación, cuatro soldados de guarnición y unos periodistas.
Tras un reconocimiento médico realizado en el Hospital Militar, se trasladaron al Hotel Camagüey. Desde una improvisada tribuna, a través de la emisora local CNJK “La voz de Camagüey”, los pilotos españoles manifestaron su saludo al pueblo cubano que fue retransmitido a todo el país.
Esa noche y la mañana siguiente Barberán y Collar protagonizaron varias actividades recreativas, como el banquete de bienvenida organizado por el Cónsul de España en la ciudad, Luis Roca Togores, visitas al Club Deportivo, la emisora y la sede del periódico el Camagüeyano. En todas estas actividades Barberán agradeció una y otra vez a España y Collar no perdió oportunidad de elogiar a las mujeres camagüeyanas.
De Camagüey a la Habana
El día 12 continuaron su camino a la Habana, aterrizando a las 5:15 de la tarde en el aeródromo de Columbia. Fue impresionante el recibimiento ya que autoridades civiles, militares y eclesiásticas junto con una pléyade de periodistas, operadores cinematográficos y fotógrafos. Los días que vivieron en la capital fueron muy activos, llenos de actividades y reconocimientos hacia los pilotos.
Habana – México
El 20 de junio decidieron partir hacia México a las 5:55 de la mañana. Fue en esta parte de su trayecto donde la proeza se convirtió en desdicha. Con las condiciones meteorológicas en su contra, a las 11:45 sobrevolando Villahermosa, es el último registro que se tiene del avión y sus tripulantes. Tras la desaparición, por más decir, muy dolorosa y desconcertante, rondan mucha hipótesis que hasta la actualidad no permiten llegar a una conclusión específica del final de este desdichado vuelo.
El monumento
La ciudad de Camagüey decidió perpetuar su sentir inaugurando un monumento a su memoria, el 19 de enero de 1941, en el parque Enrique José Varona. A cargo de la ejecución estuvieron los escultores camagüeyanos Esteban Betancourt Díaz y Servando Pita Camacho. Su realización se comenzó a gestar en junio de 1934 por iniciativa de la emisora “La voz del Camagüey”, la Sociedad Española y la Cámara de Comercio de la ciudad.
El pueblo también colaboró con una colecta que permitió la culminación de la obra. Se utilizó mármol y bronce para esculpir los rostros de ambos pilotos, así como el elemento decorativo alusivo a la hazaña y debajo una placa dedicada a los héroes. Con una altura de 5 metros y a los lados de la columna, los escudos de Sevilla y de Camagüey, se levanta este obelisco como muestra del respeto y admiración de los camagüeyanos a tamaña proeza para la época y a los pilotos del memorable hecho.
Bibliografía
Domingo, A & Fernández Coppel, J. (2003) El vuelo del Cuatro Vientos. Epopeya y tragedia de Barberán y Collar. Madrid.
Gismera Velasco, T. (2008) El vuelo del Cuatro Vientos. La última hazaña. Madrid.