Desde los campos cubanos se sembró la semilla del amor a la Patria y germinó. Son innumerables los ejemplos de campesinos y sus familias que a pesar de la extrema pobreza en que vivían sumidos, dieron lo poco que tenían por ver a Cuba libre.
Desde su casa, sus cultivos, y hasta su propia vida, ofrendaron un rayo de luz que alumbrara para todos.
El 17 de mayo de 1959, en la Comandancia de la Plata se comenzó a materializar el Programa del Moncada para aquellos hombres y mujeres del campo que habían sido engañados por los gobiernos y olvidados, al firmar el jefe de la Revolución la Primera Ley de Reforma Agraria, que perseguía los objetivos de eliminar el gran latifundio en Cuba y entregar las tierras a los campesinos que la trabajaban y no eran dueños, para así iniciar el proceso de transformación agraria en Cuba.
No fue en vano la entrega y el sacrificio de todos los que desde el campo pusieron corazón, porque 64 años después, el actual presidente de Cuba, Miguel Díaz – Canel ha reconocido que: «En nuestro campesinado, en su lealtad a la Revolución que le hizo dueño de la tierra y sujeto de las transformaciones sociales, se afirma nuestra confianza en el futuro».
Falta mucho por hacer en función de la producción; pero lo más importante son los deseos y la impronta de un campesinado que sigue presente cultivando corazones.