Defender el patrimonio, defender la identidad

Foto: Archivo OHCC
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El Día Internacional del Patrimonio Mundial, el cual se celebra cada 16 de noviembre, resulta una fecha de suma importancia; porque pretende visibilizar y motivar acciones en pos de la protección, el cuidado y la preservación de todos los sitios naturales y culturales que existen sobre el planeta.

El Patrimonio Mundial son aquellos bienes naturales y culturales que existen en el mundo y forman parte de la riqueza y herencia de toda la humanidad. De ahí la importancia de su salvaguardia, pues constituyen pilares imprescindibles para el reconocimiento y defensa de la identidad; y por ende de la soberanía de cada nación.

Según la UNESCO el Patrimonio Mundial abarca el Patrimonio Cultural y Natural, así como los Bienes Mixtos; clasificándolos de la siguiente manera:

  • Monumentos, ciudades, paisajes urbanos, pinturas, esculturas, lugares arqueológicos.
  • Manifestaciones culturales de los pueblos como la música, la danza, fiestas tradicionales, artesanía, gastronomía, las distintas lenguas. etc.
  • Parques Nacionales, ecosistemas, glaciares, bosques tropicales, cuevas, arrecifes coralinos, fauna y vegetación, montañas, etc.

Por su parte los Bienes mixtos, son lugares que tienen un valor excepcional por combinar patrimonio natural y patrimonio cultural. Un claro ejemplo de un bien mixto es el Santuario Machu Pichu en Perú.

Sin descansos…

El trabajo en aras de salvaguardar y enaltecer el patrimonio no descansa, siendo multifacético y multisectorial, partiendo de la propia naturaleza del asunto y las implicaciones del tema. En nuestro país se intencionan desde hace varios años acciones y estrategias con este fin, resultando líderes en estos procesos las Oficinas del Historiador y el Conservador, creadas en las principales ciudades históricas cubanas: aquellas fundadas por los colonizadores españoles y que han sido testigos de la evolución sociocultural, política y artística de la Isla.

Un nombre en este comentario resulta imprescindible, si de conservación, restauración, defensa y honrar el patrimonio nacional se trata: el del Dr. Eusebio Leal Spengler, cuya obra de vida estuvo en función de la dignidad, el rescate de la memoria histórica y el acervo cultural en la Mayor de las Antillas.

El Centro Histórico de la ciudad de Camagüey fue inscripto en la Lista del Patrimonio Mundial como Patrimonio Cultural de la Humanidad, luego de ser aprobada su inclusión el 7 de julio de 2008, en reunión efectuada en Quebec, Canadá. Los criterios por los que fuera incluido, resultan elocuentes de la riqueza cultural sedimentada y enriquecida por más de 500 años en la otrora villa principeña; estos son:

Criterio IV. Un ejemplo excepcional de un conjunto arquitectónico que ilustra un período histórico significativo.

Criterio V. Un ejemplo excepcional de un hábitat humano tradicional, representativo de una cultura y de su interacción con el medio ambiente.

Orgullo, responsabilidad, soberanía…

El patrimonio nuestro es también parte indisoluble del patrimonio mundial, más allá de un reconocimiento, sin que esta idea pretenda restarle peso a aquellos sitios declarados como tal por la Unesco, gracias a su excepcionalidad; sino todo lo contrario.

Cada elemento del patrimonio local: inmaterial o tangible, natural o mixto; deviene un motivo de orgullo, por cuanto constituye expresión de lo que hemos sido capaces de crear y preservar; también una oportunidad desde donde crecer y generar riquezas. Nada en materia de patrimonio cultural debe ser tildado de “insignificante”, pues el decursar del tiempo, como tantas veces hemos visto suceder en el arte, puede traer aparejados cambios de contextos desde los cuales revalorizar determinados fenómenos.

El conocimiento y reconocimiento de lo que somos como individuos, como colectividad humana, es otro asunto medular que reviste de importancia vital la preservación del patrimonio y la difusión de los valores a él asociado. Mientras mejor sepamos de dónde venimos, de qué tradiciones somos herederos y qué caminos hemos labrado como nación; más difícil será cambiarnos oro por espejos o deslumbrarnos con falsos brillos.

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