Pues sí señor, había una vez un pueblo ,con una linda historia, con un enorme prestigio desde todos los órdenes, con probado valor de sus gentes, con una solidaridad humana increíble; pero que desafortunadamente en este momento en los que vivimos situaciones tan difíciles, de extrema necesidad de protegernos unos a los otros, no se da cuenta del fatal riesgo que constituye salir de casa y no acatar en toda su magnitud las orientaciones e indicaciones que diariamente, tanto el Ministerio de Salud Pública, como el propio Gobierno del país nos ofrecen.
Ese pueblo, mal que me pese reconocerlo es el que habita mi ciudad, esa que no ha tenido horas ni días en todo momento para acometer tareas de todo tipo y que desde siglos atrás ha demostrado ser heroica en todos los sentidos. Sin embargo, creo que ahora, por estos días no hemos dado muestras de ser todo lo disciplinados que nos hemos caracterizado desde siempre.
Soy de las que no salgo de la casa, primero porque estoy dentro del grupo de riesgos, segundo porque tengo una anciana muy mayor que cuidar, pero tercero, porque tengo que cuidar a los demás, a esos coterráneos con los que día a día convivo y me relaciono; y estoy convencida que lo que hago es lo correcto.
Sigo a cabalidad lo que me indican en cada jornada de transmisión televisiva donde si analizamos bien, los datos negativos se incrementan en el mundo diariamente. Por eso, como buena camagüeyana, me resisto a la idea de que estemos confiados en ser una de las provincias que afortunadamente tiene menos casos de enfermos de la COVID-19, y pensemos que no pasará nada.
Hacernos los desentendidos sin acoger cada disposición emitida, no nos pone a salvo, al contrario. No puedo creer que personas de nuestra estirpe, herederos de nuestros antepasados que realizaron hazañas tales como el rescate del brigadier Sanguily, por solo poner un ejemplo; no seamos capaces ahora cuando más se necesita dar nuestro sí por Cuba desde esta o cualquier trinchera que nos asiste, que no podamos colocar nuestro granito de arena apostando por algo tan importante como es la vida.
Sigamos siendo dignos agramontinos, y desde luego demostremos que más que nunca somos una ciudad cuyo Centro Histórico es Patrimonio Cultural de la Humanidad, entre otras cosas por poseer características humanas diferentes, que nos hacen ser nosotros mismos, únicos, estoy segura el país nos lo agradecerá.


