Como casi siempre, van llegando a mi memoria recuerdos de momentos, sucesos o situaciones vividas. Es por eso que en varias ocasiones les he comentado sobre diferentes experiencias acumuladas, a lo largo de mis años de existencia; “horas de vuelo”, como me gusta llamarles.
Por esa razón, hoy hablaré de algo que viene caracterizando a la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey desde hace algunos años atrás, durante el mes de mayo. Me refiero a la celebración de la “Jornada de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo’’, enmarcada entre los días del 21 al 25 de mayo.
En sus comienzos se realizaba anualmente, pero posteriormente se decidió debía ser bianual, por lo que este año no se efectuará, sólo se realizarán actividades caracterizadas que, desde luego, conmemorarán dos importantes fechas: el Día Mundial de la Diversidad Cultural (21 de mayo) y el Día Mundial de África (25 de mayo).
Ese día 21 fue instaurado por la Unesco para concientizarnos a todos sobre la importancia que posee el diálogo intercultural, la diversidad y la inclusión; y el día 25, fecha escogida para cerrar la jornada, constituye una celebración con la que se rinde se homenaje al continente africano, poseedor de tantas maravillosas riquezas.
Recuerdo los días en que se conformaba el proyecto de la creación de la Casa de la Diversidad Cultural Camagüeyana, los préstamos que nos ofreció la Casa de África de La Habana, los que nos proporcionó la hermana Oficina de la capital; así como los que el Museo Provincial Ignacio Agramonte nos facilitó, los cuales, muchos de ellos, aún se exhiben.
¿Cómo olvidar el primer proyecto de ese evento que forma parte indisoluble de la Casa, desde hace ya varias ediciones, y que responde al nombre de “Jornada de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo’’?
Sin lugar a dudas la existencia de esta institución ha contribuido de manera muy positiva a que los camagüeyanos tengamos una mejor visión de la pluri y multiculturalidad que nos define.
Gracias a esta institución y su Jornada, hemos adquirido un mayor espectro de lo diversa que resulta la “camagüeyanidad”, o simplemente de ser camagüeyano; porque no somos un pueblo químicamente puro, no, todo lo contrario, somos esa gran mezcla que el Dr. Fernando Ortiz mencionó tantas veces: somos el producto de ese híbrido, ese ajiaco que es la identidad nacional.