Donde reposa Joaquín de Agüero

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Para los mambises La Patria siempre fue lo primero, hoy volvemos a conversar sobre Don Agustín de Miranda y Piloña, coronel del Ejército Libertador, quien durante sus 80 años, además de luchar por la justicia social, atesoró “varias Reliquias Santas de la Patria”.

Entre ellas está su admiración por Joaquín de Agüero y sus compañeros: Fernando de Zayas, Miguel Benavides y Tomás Betancourt, todos ejecutados por el régimen español, el 12 de agosto de 1851 en la antigua sabana de Méndez, acusados por defender sus valores patrios.

El respeto de Agustín por el adalid camagüeyano, va más allá de haber participado en la siembra de las cuatro palmas en el parque Agramonte, como símbolo de homenaje del pueblo.

Horas después del fusilamiento, los cuerpos de Joaquín de Agüero y Miguel Benavides aún yacían en la sabana, pues sus familiares por miedo a la represión de los españoles no los habían reclamado para sepultarlos, y al atardecer serían lanzados a la fosa común donde terminaban los desconocidos.

El Coronel, sin temor a la detención, fue y se hizo cargo de los restos mortales y los llevó al panteón de su familia, para darles digna sepultura. La bóveda cifrada con el número 98, en el campo santo de la iglesia del Sagrado Corazón, hoy Cementerio general de Camagüey, desde entonces guarda sus cuerpos.

En una suerte de testamento histórico, Don Agustín redactó a máquina todos los detalles del hecho, para sus hijos, donde buscaba ponerlos al tanto y pedirles conservar la tumba. Según relata en 1906 la alcaldía se hizo cargo del cementerio y realizó una intervención en la bóveda para evitar el deterioro que ya presentaba.
Muchas historias rodearon la discreta loza que guarda los restos del patriota camagüeyano, cerca del centenario de Joaquín de Agüero los masones colocaron una tarja de bronce para perpetuar su memoria. También las memorias de Agustín narran que durante los primeros 16 años posteriores a la ejecución, de manera anónima, cada 12 de agosto amanecía en el sitio una cartulina con la siguiente cuarteta:

 

“Victima infausta de un amor sincero
Sentido por el hombre y por la gloria
Yace aquí el aladíd Joaquín de Agüero
Su nombre guarda la cubana historia
Su muerte llora el Camagüey entero.

 

Han pasado 168 años de aquel injusto fusilamiento, ante el tiempo y las leyendas, nuestro equipo va en busca de la confirmación, de que aún los restos de patriota descansan en la bóveda familiar de Los Miranda.

En el cementerio
Después de una larga caminata bajo el sol del campo santo, el intrincado lugar de la bóveda no facilitaba la localización. El personal de la oficina del cementerio fue bastante indiferente a nuestra búsqueda, pero por suerte hayamos a la Historiadora del cementerio perteneciente a la Oficina del Historiador, que por magia del destino nos escuchó preguntar por calles y atajos y con agrado se brindó a guiarnos.

En mi ir y venir por ayuda, hable con una señora en la oficina de la Iglesia -del Cristo del buen Viaje- quien me confirmo que el Padre Cambra, guarda los viejos libros donde está registrado en el tomo número 7 con folio 166 de enterramientos para blancos, que en la bóveda 98(Número antiguo) yacen Joaquín de Agüero y su compañero Miguel Benavides.

Parecía una misión imposible pero…uf, al fin hemos llegado, la solemnidad del sitio inspira a una reverencia, no hay flores, quedan pocas lapidas y ya no está el asta para la bandera que hubo hace tiempo, pero permanece bien sellada, vetusta por el paso de los años y en los bajos luce en bronce la cuarteta misteriosa que en cada aniversario ponían sobre cartulina. La inmortalizaron en el metal los Masones camagüeyanos para rendir tributo a la memoria de los valerosos patriotas.

Pocas personas conocen de este lugar sagrado. En la calle principal del cementerio están los restos de Tomás Betancourt y Fernando de Zayas, pero ahora tenemos la certeza de donde descansan hace siglo y medio Joaquín de Agüero junto a su compañero Miguel Benavides.

Ahora resta al Gabinete Arqueológico de la Oficina del Historiador, hacer la investigación necesaria y lograr su traslado definitivo a la Sabana Méndez, donde cayeron injustamente y en la que serán venerados por siempre. Gracias Coronel de Miranda por traernos a nuestro tiempo tantos tesoros bien guardados.

 

Fotos: Jesmir Varona Socías

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