Dos monumentos, un mismo significado.
Dirigía a Cuba gracias al triunfo del cooperativismo de partidos políticos, en 1929, el presidente Gerardo Machado Morales. Paralelo lo hacía por el municipio Camagüey el alcalde Domingo de Para Raffo, por el Partido Liberal; en tanto el liberal y presidente del Consejo Provincial, José A. Villena Rodríguez, desempeñaba el mandato de la gobernación provincial.
Fue el momento en que el Consejo Territorial de Veteranos de Camagüey propuso crear una Comisión de Veteranos, para erigir dos monumentos que se dedicarían a perpetuar y a honrar el recuerdo, primero, a todos los patriotas conocidos fusilados por el colonialismo español en la Guerra de los Diez Años. El otro de los monumentos debía guardar los restos óseos, previamente localizados por excombatientes mambises, de un “Libertador Desconocido”; con la intención de que el pueblo agramontino acudiera ocasionalmente ante el pedestal donde quedarían resguardados sus restos óseos, para de ese modo rendirle tributos a su sacrificio e inmolación por la libertad cubana, en la Guerra de Independencia de 1895.
Monumento a los caídos en la Guerra del ‘68
En el primero de los casos, monumento inaugurado el 24 de febrero de 1929, la propuesta original de colocación debía ejecutarse en la antigua Avenida de Bélgica, —vía a Nuevitas, más tarde renombrada Avenida Finlay—, detrás del entonces Hospital General que sirviera de cuartel de Infantería Española; tras cuyas cercas y tapias de ladrillos de fondo fueron ejecutados la mayoría de los patriotas encarcelados en la Cárcel Nacional de Puerto Príncipe. Los fusilados incluyeron mujeres y hasta un menor de edad, según papeletas de oficios religiosos de última voluntad, realizados por curas castrenses.
Pero por ser terrenos sujetos a la administración yanqui de la Compañía de Ferrocarriles de Cuba, por los que serían trazados las paralelas férreas procedentes de Nuevitas para acceder a la Estación de Carga y a la Estación de Viajeros, la colocación del monumento interferiría tal proyecto. Por tanto, la compañía norteamericana denegó la solicitud de terreno y el ayuntamiento camagüeyano emitió falló favorable para trasladar su emplazamiento hacia un lateral de la avenida, donde se conserva hasta nuestros días.
Pese a la supeditación gubernamental local al vecino del Norte, el movimiento patriótico no se amilanó y sufragó e hizo posible la realización de tan singular obelisco, entre palmas reales que remata una copa enlutada. Una lápida a relieve destaca los nombres de los más de 80 fusilados por los voluntarios y fuerzas regulares hispanas en la ciudad de Puerto Príncipe. Amado Oscar Céspedes, hijo del Presidente de la República en Armas, fue sacado de la cárcel y llevado hasta la cerca del cuartel para ser asesinado por las balas españolas. Murió heroicamente sin doblegarse ante sus captores, ni ante la muerte.
Monumento al “Libertador Desconocido”
Ese propio día, en el Parque Casino Campestre, otro nutrido grupo de personas se agolpaba en la parcela este del mayor parque urbano de la Isla, para escuchar a los oradores que dejaban develado tan significativo monumento, con la figura de bronce de pie del soldado “Libertador Desconocido”, que sujetaba en su mano el asta de la Bandera Nacional. No se había visto antes en la ciudad pieza similar, y menos en su pedestal, conservando los restos óseos de un mambí caído en combate por la libertad e independencia de Cuba.
Allí estuvo el Consejo Territorial de Veteranos del Camagüey en pleno, encabezados por el presidente del Consejo Nacional Mayor, General Pedro Betancourt Dávalos. No faltaron los acordes musicales del Himno Nacional. Allí, la capitana que sirviera a los mambises en la guerra, Cirila López Quintero. Para mayor respeto y destaque del patriótico acto que puso de manifiesto la voluntad y madurez política del pueblo, fue rechazado por el Gobierno el sobrevuelo de naves de guerra yanqui basificadas en el aeropuerto local. Ejemplar y digna actitud defensora de la soberanía cubana.