Como un eco pasa Jorgito cada noche por el reparto La Vigía, marcando el compás de la conga camagüeyana en los meses antes y después de la celebración del San Juan.

Junto a su carrito, con el que se gana la vida recogiendo basura por el barrio, este joven con la condición de sordomudo, recibe a través de las vibraciones el ritmo del tambor.

Según cuentan algunos vecinos que lo conocen hace tiempo, él trató de alistarse en alguna conga oficial, pero como recibe el sonido por el contacto de sus pies sobre el suelo, llega desfasado y le resulta muy difícil seguir el ritmo que llevan el resto de los músicos.

Quién es el “percusionista”

Aunque no pasó la prueba de percusión, le gusta lo que siente y lo reproduce; a veces con un tambor, otras, sobre la tapa de metal de su carretilla. Nadie sabe dónde vive ni sus apellidos. La mayoría lo llama “El mudo”.

Pero Jorgito se las arregla muy bien para comunicarse. En ocasiones me ha saludado y preguntado con señas si tengo basura para botar. Por solo 5 pesos se lleva las bolsas y las deposita en un colector ubicado en la parte trasera del edificio de 12 plantas de la Avenida Finlay.

Los festejos

Desde abril hasta septiembre, el conguero pasa, en ocasiones tarde en la noche, con su reiterado toque. Los del barrio, ya habituados a escucharlo, comentan: allá va Jorgito. Si va con el tambor, es que estamos en las fechas entre San Juan y San Pedro.

Anoche lo escuché pasar. Quise tomarle una foto, pero la calle estaba muy oscura. Así que espero la ocasión para mostrarles al chico, mientras les comparto esta historia tan sencilla como su personaje.

Su ritmo, como el eco de la celebración popular, nos llega hasta el barrio y nos recuerda que estamos en San Juan camagüeyano.