Varios son los nexos que lo vinculan y unen a Ignacio Agramonte y Loynaz; sin embargo es una personalidad con voz propia, de muy claros principios, gran inteligencia, solidez, seguridad y firmeza de convicciones, lo que bien demuestra su accionar, como resultado de la evolución de su pensamiento.
Génesis del hombre revolucionario
Eduardo Agramonte Piña provenía de una familia con holgados recursos económico, lo cual le permite cursar estudios en la Universidad y hacer su carrera de medicina en Barcelona. La convivencia con la sociedad española y estudiantes procedentes de las colonias americanas forjarían el pensamiento de aquel joven ávido por expresar sus ideas que evolucionarían posteriormente. En principio pudiera ser considerada como rebeldía, pero en realidad era parte de toda una generación que demandaba un cambio verdadero para Cuba.
Terminaría sus estudios superiores con sobresaliente, recibiendo el título de Licenciado en Medicina y Cirujía. Recién llegado a Cuba, aunque momentáneamente se instala en la ciudad de Cienfuegos y Sagua la Grande, fija su residencia en Puerto Príncipe. Comienza a ejercer como médico y más adelante como catedrático del instituto de Segunda Enseñanza.
La influencia que pudo haber ejercido en la toma de conciencia de sus estudiantes, respaldada por un grupo de profesores caracterizados por su honestidad, queda probada cuando algunos de sus alumnos integrarían las filas del Ejército Libertador.
Labor periodística
Junto a otros jóvenes funda el periódico El Oriente, con fines eminentemente políticos, pero que tuvo una corta duración, dado que casi todos sus integrantes manifestaban su desafecto hacia España y se encontraban inmersos en la conspiración. Más tarde nacería la publicación semanal El Popular el 17 mayo de 1868, la cual se publicaría hasta octubre del propio año y que tenía como objetivo revolucionario: ilustrar a los artesanos, quienes por sus escasos recursos no tenían acceso a los estudios. No obstante, su labor se ve un tanto interrumpida por sus funciones como esposo de Matilde Simoni y padre.
La Sociedad Filarmónica
A la par de todas esas labores hace su entrada como socio de la Filarmónica. Allí ocupa diferentes cargos como: vicesecretario y socio facultativo honorario de la Sección de Literatura, presidente de la Sección de Música y vicedirector de la Sociedad. Dicha sociedad constituía el foco conspirativo del Camagüey, en torno a ella se agrupaban los elementos que conformaban la Junta Revolucionaria. Además, fue un escenario en el que se patentizó la contradicción existente entre criollos y peninsulares.
La Junta Revolucionaria y el Alzamiento de Las Clavellinas
Eduardo Agramonte estaría entre los fundadores de la junta, dentro de la cual acuerdan organizar la Logia Tínima No.16, vinculada a la logia madre Gran Oriente de Cuba y las Antillas (GOCA), institución que permitiría reunir a sus miembros sin levantar sospechas en las autoridades españolas. Su desempeño dentro del movimiento conspirativo era activo y una vez iniciada la revolución sería partidario de la acción armada rápida en apoyo a los orientales, lo que significaba la incorporación del Camagüey a la guerra.
El protagonismo adquirido en esta etapa de su vida lo llevan a convertirse en uno de los defensores de la revolución en el territorio; no por gusto en la fecha, hora y lugar citados, estaba entre los setenta y seis camagüeyanos, que en respuesta al compromiso de honor contraído, se pronuncian en armas. A partir de allí se observan una serie de condicionantes directas e indirectas que justifican su accionar.
A grandes rasgos se ha intentado explicar una primera etapa de la evolución del pensamiento de Eduardo Agramonte Piña, personalidad que merece profundización.
Bibliografía
Figueredo, Fernando. La Revolución de Yara. Tomo I. Instituto Cubano del Libro. La Habana, 1969.
Cento, Elda coords. Cuadernos de historia principeña 11. Patrimonio y legado al siglo XXI. Editorial Ácana. Camagüey, 2012.
Godínez Sosa, Emilio. Eduardo Agramonte Piña. Instituto Cubano del Libro, Editorial Arte y literatura. La Habana, 1975.