Por: Verónica Fernández Díaz
La creación zarzuelera de José Marín Varona tuvo lugar entre los años 1890 y 1910. Etapa que enmarca a un conjunto de piezas donde guajiras, guarachas, décimas campesinas, canciones y otras composiciones más libres, pretendían expresar el carácter de la música criolla y representar tipos cubanos; reflejos de sentimientos antiespañoles o hechos ocurridos durante la Guerra de los Diez Años.
Muchas de las zarzuelas escritas durante esta etapa alcanzaron suficiente popularidad para desarrollarse como obras independientes debido al lirismo de sus romanzas, aspecto al que no escapan las zarzuelas de Marín Varona. Cuyas romanzas fueron consideradas, junto con las de José Mauri y Eduardo Sánchez de Fuentes, como la creación del verdadero Lied de Cuba. Por ello, Sánchez de Fuentes calificó a Marín Varona como «cantor privilegiado de nuestra patria, de nuestros campos y de nuestros amores».
Marín Varona y la zarzuela en el teatro
El interés de Marín Varona por la composición de zarzuelas y otros géneros del arte lírico proviene de su habilidad como director de orquestas para el teatro. Una vez radicado en La Habana, el músico camagüeyano se desempeñó, junto con al maestro Modesto Julián, como director musical del Teatro Albisu y dirigió grandes compañías de zarzuelas españolas y ópera italiana; primero en La Habana y luego en toda América. De manera que adquirió renombre como director de orquestas y contribuyó al desarrollo del teatro vernáculo.
Gustavo Robreño, por ejemplo, lo incluyó entre los exponentes de la etapa inicial del teatro lírico cubano cuando expresó: “[…] la «edad de oro», de nuestro género costumbrista, cuyos cimientos musicales lo fueron, en distintas épocas los maestros Rego, Zapata, Enrique Guerrero, Justo Soret, Rafael Palau […] (se corona con) José Marín Varona, enaltecedor de la canción cubana dentro del género lírico dramático”. También, Gonzalo Roig destacó esta faceta del camagüeyano y al respecto apuntó que “[…] estuvo siempre al servicio de la nacionalidad artística, acaso con apasionada vehemencia”.
La labor de Marín Varona al frente de las orquestas y compañías lírico-dramáticas propició, de esta manera, su incursión en la composición de obras vocales instrumentales, como sainetes, formas menores del arte lírico musical de la época y la zarzuela. En este género, fueron sus romanzas la expresión más lograda de esa producción.
De su repertorio
En su repertorio zarzuelero se encuentran piezas de temas diversos. Entre ellos el de la patria, representado en títulos como El alcalde de la güira o La invasión a Occidente (1899) con libreto de Joaquín Robreño y El 10 de octubre con libreto de Olallo Díaz González. De esta zarzuela se conservan solo dos de sus partes: “Décimas” y la canción “Perla de las Antillas”. Ambas están concebidas a dos voces por intervalos de 3era y 6ta, las décimas en tiempo de zapateo y la canción en compás de tres tiempos, con un bajo que recuerda al vals. En el texto de las décimas, con una referencia directa a la epopeya de Carlos Manuel de Céspedes, se hace referencia también al punto como género musical y al laúd como instrumento acompañante, de este tipo de música.
Por fin el tiempo ha llegado
De que triunfe la razón
Y que este rico filón
No sea por nadie explotado;
Y pues que ya hemos logrado
Lo que el alma apetecía
Hoy pulso con alegría
Las cuerdas de mi laúd
Porque ya la esclavitud
No existe en la patria mía.
“Perla de las Antillas” reafirma el sentimiento de ansiada libertad a través de la canción estructurada en dos partes, con repetición de ellas. Una introducción pianística muy breve, ritmo ternario que recuerda al vals —aunque la reiteración de figuraciones con puntillo otorgan cierto dejo marcial—, algunas síncopas y un lenguaje expresivo que recuerda la canción romántica europea.
Aunque no forman parte de los repertorios activos de las compañías líricas actuales, estas piezas son testimonios de una época y reafirman aquellos rasgos que identifican la obra de Marín Varona: compromiso con la patria.