El alzamiento de 1895 y el Camagüey

Foto: Archivo OHCC
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Un análisis de la preparación por José Martí de la Guerra de 1895 requiere una mirada particular a El Camagüey, escenario importante de la contienda de la Guerra Grande y una de las regiones más devastadas al finalizar la misma, flagelada por las acciones combativas de la guerra y la cruenta política ofensiva de Arsenio Martínez Campos.

Aunque el Maestro nunca estuvo en el territorio camagüeyano, llama la atención que tuvo colaboradores a su alrededor que lo acercaron a estas tierras imprescindibles para reconocer la valía patriótica de sus moradores; de ahí que a Máximo Gómez le confiesa que sabe de la zona «… Por lo mucho del Camagüey que me rodea, de todos los asuntos y hombres de la comarca».

El tesorero del Partido Revolucionario Cubano, Benjamín Guerra, miembro de una familia mambisa y combatiente a pesar de su corta edad del Ejército Libertador en la Guerra de 1868, fue uno de sus cercanos colaboradores en la emigración.

Por su parte, otra fuente certera le brinda Enrique Loynaz del Castillo, joven descendiente de importantes familias camagüeyanas, quien lleno de ardor patriótico fue protagonista de dos episodios pocos conocidos: uno cuando visitaba en 1892 -junto con José Francisco Martí Zayas- la agreste zona de la Sierra de Cubitas y junto con otros bisoños patriotas desarman a tres parejas de guardias, y en el cerro de Tuabaquey plantan la bandera cubana.

Más adelante, en 1894, otro incidente de mayor trascendencia involucra a Loynaz del Castillo. Como representante del Ferrocarril Urbano de la ciudad trata de introducir en seis coches de tranvías doscientos fusiles Remington y cincuenta mil cápsulas, para la guerra en Camagüey. Las armas rebasaron los controles iniciales sin problemas, pero una delación posterior provocó que fueran incautadas por las fuerzas españolas.

Es cierto que hubo camagüeyanos que no deseaban la guerra emancipadora. Intereses de clases, experiencias de la anterior contienda y la presencia autonomista contrastaban con los intereses en la región; sin embargo, hombres como Salvador Cisneros, Francisco Sánchez, Miguel Betancourt y Antonio Aguilar expresaron a Gómez su disposición como viejos mambises, mientras Loynaz del Castillo le confirma «La nueva generación confía y espera en Vd».

¿No confiaba Martí en la respuesta patriótica del Camagüey en 1894? Evidentemente no es así. Tiene especial interés en la región porque conoce la significación de su participación, y las contradicciones objetivas de los hombres de esta comarca. Gómez asume la búsqueda de partidarios en sus decanos combatientes, y Martí realza la presencia de los «pinos nuevos». El epistolario profuso en este año con diversas personalidades decisivas de Camagüey y otras regiones así lo demuestran.

Al llamado de la Patria el 24 de febrero de 1895, los camagüeyanos no se incorporaron de inmediato. Procesos organizativos y discrepancias internas dilatan la participación, tesis que sostiene el investigador agramontino Avelino Fernández.

Los alzamientos, en marzo y abril, de pocos hombres y mal armados liderados por los patriotas Luis Suárez, en el central Senado, Mauricio Montejo y Justiz en el central Lugareño, Rafael Labrada en Sierra de Cubitas, y en abril el de Francisco Recio López del Castillo en Santa Cruz del Sur, así lo confirman.

Sin lugar a dudas, el más trascendental fue el de Salvador Cisneros Betancourt el 5 de junio en Las Guásimas de Montalbán. La personalidad influyente del viejo mambí logró persuadir a jóvenes combatientes, que posteriormente se subordinaron al mando del Jefe del Ejército Libertador Máximo Gómez, y más tarde conformarían el Tercer Cuerpo de Ejército.

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