La Historia de los rebeldes con historias
Los primeros pobladores de la macrorregión del Camagüey procedentes del tronco etnolinguístico aruaco insular ofrecieron resistencia a la violencia armada con la que los militares de la banda guerrera colonialista española trataron de imponerles su superioridad cultural, tras su arribo a nuestra sabana hasta entonces silenciosa.
Los testimonios del prelado Bartolomé de Las Casas, de Diego Velázquez, de los informes del gobernador Miguel de Rojas, entre otros cronistas apologéticos hispanos, contienen informaciones algo cautelosas en relación con las primeras expresiones de rebeldía encontradas de parte de nuestros aborígenes ante el paso de la banda guerrera este-oeste.
Las Casas, incluso, recomendaría al rey Fernando que se construyese la iglesia en las inmediaciones del puerto de Nuevitas, poblado de centenares de “indios lucayos”, al parecer, con el objetivo de catequizar y expulsar idolatrías en los nativos, lo que significaba reducirlos a la obediencia ante la presencia dominante española.
Antes, en el curso del pase invasor de la hueste por el territorio central de la región, una emboscada de “indios” guiada por el cacique «Caguax» -según alude el primer informe de Velázquez al monarca- el 1ro de abril de 1514, acción reprimida violentamente por los militares, demuestra que los rebeldes no tenían miedo a luchar, a batir a militares bien armados.
Conocían su carácter predatorio y sabían de sus crímenes cometidos en el territorio de Bayamo y otros del extremo oriental insular. Desde ese primer contacto agresivo entre “insulanos” y españoles, surgiría la verdadera historia de las luchas cubanas, a la que ya habían aportado conocimiento y experiencias traídas desde La Española varios caciques rebeldes.
La villa huidiza de Puerto Príncipe
En el imaginario colectivo construido entre los primeros moradores rebeldes de nuestra región camagüeyana estaban frescos los recuerdos de la llamada “matanza de Caonao” perpetrada por los militares bajo las órdenes del capitán Diego Velázquez -nombrado por el monarca español en carácter de “Adelantado” para la ocupación de la Isla de Cuba, e incidente del que fuera testigo el sacerdote Las Casas, aunque sin poder hacer nada para evitar el crimen.
Los aborígenes guardaron ese acto de terror y de muerte horrendo; y no obstante su escaso y rústico armamento, en composición mayoritaria, se abalanzaron sobre el cabildo hispano y los pocos españoles que habitaban la zona de Caonao -al oeste de la actual ciudad de Camagüey- por demás, aprovechando los fuertes vientos de la temporada invernal, tal vez la sorpresa, y sacaron a la fuerza a los españoles de la villa de Puerto Príncipe de su segundo emplazamiento.
Fue a fines de diciembre de 1528. Manuel de Rojas en su extenso informe sobre la situación de la Isla hasta esos momentos detalla lo ocurrido en líneas generales, sin precisar detalles en los que se ponderase la lucha y la victoria de los rebeldes y la estampida de los españoles, que corrieron a refugiarse en el centro regional entre los ríos Tínima y Hatibonico.
Un historiador local llegaría ingenuamente a referir que los españoles fueron acogidos amigablemente por el cacique Camagüebax. La fecha que en lo adelante fue difundida por la institución eclesial en el “Pueblo Nuevo” fue la del 6 de enero, en que fuera vuelto a fundar o crear el poblado, conteniendo indistintamente a “indios” y a hispanos.
Ciertamente, el sexto día del mes aludía al pasaje bíblico de los Tres Magos del Oriente antiguo, nada a revelar la verdad de aquel episodio rebelde de nuestros aborígenes del Camagüey, incidente sobresaliente en nuestra verdadera historia nacional.