La Sala de Ciencias Naturales del Museo Provincial Ignacio Agramonte Loynaz enamora y estimula la fantasía de los más pequeños. La elefanta Fanny, los monos y las aves en su hábitat natural rodeados de árboles, son sin dudas uno de sus atractivos. Pero lograr que esa propuesta simulara la forma de vida en la naturaleza llevó mucho trabajo y entrega de su colectivo.
Cualquier labor que se realiza debe enamorar, gustar desde el alma, si no, la obra es vacía. Por eso, en sus 50 años de experiencia, el museólogo Leonardo Pareta Cruz dejó muchos de esos sentimientos en la Sala de Zoología, de la cual se enorgullece, pues llegó a ubicarse como la segunda mejor colección del país y, al abrir, fue la primera ambientada en la naturaleza.
Él asegura que la especie de las aves es la que más le gusta. Por eso no resulta difícil localizar su vivienda en la calle San Fernando, pues junto a la ventana, se exhiben palomas, pollitos y codornices. Me invitó a entrar y conversamos “largo y tendido” acerca de sus diversas tareas dentro de la institución, a la cual se unió en el año 1960.
Recuento
Leonardo tuvo la dicha de comenzar bajo el ala educativa de su fundador y primer directivo, Mario Aquiles Betancourt, quien siempre dejó claro el propósito del Museo: evitar los olvidos y servir de guía a la juventud.
Mirando en el tiempo así ha sido su legado, pues los jóvenes que se formaron con él hoy peinan canas y, a su vez, comparten saberes con las nuevas generaciones que hoy se acercan a las especialidades de la Museología.
Pareta cursó el adestramiento como taxidermista en la Academia de Ciencias de Cuba, además es museólogo y museógrafo. Las tres especialidades resultan vitales para el mantenimiento y la conservación de ejemplares y objetos de valor patrimonial.
En su medio siglo de labor no fueron pocos los diseños de salas expositivas en las que puso su mano y su corazón. Entre ellas figuran, además de la de Zoología -su preferida, junto con la colección de nidos y huevos de aves cubanas- la Sala de Arqueología, el montaje de la Casa de la Yaya, los museos de Nuevitas, Guáimaro y Las Tunas; así como las salas de Historia de la Universidad y el Pedagógico de Camagüey.
Una aventura
Otra aventura que guarda entre sus recuerdos y que mucho disfruté al escucharla es la relacionada con el rescate y la restauración de Fanny, la elefanta de un circo ambulante en Santa Clara, que por su popularidad fue disecada y expuesta al morir. En el museo de esa ciudad ocurrió un incendio y allá fue Pareta a rescatar a la paquiderma, que quedó en mal estado y sin trompa.
Para su reposición necesitó ir hasta el Zoológico Nacional y acercarse a los elefantes de allí, para tener un referente de la piel y la trompa. Luego observó su andar para dejarla en una posición creíble y, finalmente, la insertó en la naturaleza desde donde tanto agradaba a chicos y menos chicos, antes de cerrar la instalación camagüeyana para su actual reparación.
Mientras revivimos la experiencia su rostro se ilumina. Por su emoción, lo imagino caminando en el monte, cortando ramas, colectando huevos y hasta lo “veo” en el foso de los elefantes.
Por eso, al escribir estas vivencias de Leonardo Pareta, quien, como otros camagüeyanos ha dedicado su vida a salvaguardar el patrimonio de esta Isla, con la cercanía del Día Internacional de los Museos, me parece justo compartir sus pasiones e historias, que permiten mantener la máxima de su maestro: evitar los olvido.