Se abre el telón. “Mi nombre es Raúl Horta Naranjo. Soy natural del municipio montañoso de Guisa, en la provincia de Granma”.

“Llego al teatro por accidente, pues me gradué de Contabilidad y finanzas”. Así empiezan las presentaciones, las formales, porque usted lo ha visto por ahí, perdido entre personajes, en la piel de otros.

Luego de graduarse trabajó en diferentes lugares, todas relacionados con su preparación profesional, pero siempre el amor por el arte estaba allí.

“Estuve vinculado a talleres de Literatura y grupos aficionados de teatro. Así conocí a Dalgis Giró, escritora guisera con la cual creé fuertes lazos de trabajo y amistad, y me propuso ser promotor cultural en ese municipio. ¡ No lo pensé dos veces y acepté!

“Comencé a participar en las cátedras de artes plásticas y teatro, galas, festivales, talleres, carnavales; creé una peña muy reconocida actualmente llamada La Canchanchara, en las que vinculaba todas las manifestaciones artísticas con el patrimonio cultural y las tradiciones de Guisa”.

Durante ese tiempo, cuenta al sitio de la Oficina del Historiador, el proyecto comunitario itinerante Guerrilla de Teatreros inicia un casting para captar posibles actores y a tanta insistencia de Dalgis, me presento. Apruebo y empiezo los talleres de formación actoral y en el 2020 me traslado a Camagüey para formar parte del prestigioso grupo Teatro del Viento bajo la dirección de Freddys Núñez Estenoz, quien me abrió las puertas de esta ciudad.

Tras ocho meses en el Viento, grupo que  considera una escuela, se acercó a Teatro D’ Luz,  pues le interesaba su línea estética y, además, mucho tenía que ver con sus orígenes en la Guerrilla.

De esta etapa, Raúl hace referencia a Leonardo Leyva. ” Es un gran pedagogo y excelente teatrista, por el conocí la antropología teatral y me gustó mucho la exploración del cuerpo del actor en la escena”.

“En Teatro D’ Luz estuve hasta que es fusionado con el Guiñol de Camagüey, colectivo en el cual me encuentro trabajando actualmente, bajo la dirección de Jesús Vidal Rueda Infante, excelente director que también ha sabido formarme en el arte teatral”.

“Camagüey es una de las plazas teatrales más importantes del país y las nuevas generaciones están asumiendo con mucho orgullo y disciplina la labor artística en la provincia”. Raúl es uno de esos muchachos. Es parte de quienes mantienen un legado amplio y valioso, y transmite su conocimiento a otros jóvenes que como él, imaginan su vida desde las tablas.

“En 2022 inicio como profesor de la Academia Vicentina de la Torre, en la asignatura de Historia del maquillaje”. También es Jefe de la sección de Artes Escénicas de la filial camagüeyana de la Asociación Hermanos Saíz, organización que le ha brindado la posibilidad de desarrollar su carrera artística bajo las líneas estéticas que le apasionan, explorar otras vertientes del arte y satisfacer sus necesidades creativas.

Desde allí también se traza metas:  terminar la reparación del teatro de la Casa del Joven Creador, crecer en mayor número de miembros, fortalecer las alianzas estratégicas con la Academia,  instituciones y organismos; así como lograr espacios fijos para la recreación, el disfrute y satisfacer las necesidades artísticas de nuestros asociados.

Le inquieta también la segunda edición del Frontera Cero, evento en el cual los jóvenes que representan la vanguardia artística en nuestro país y el mundo, confluirán para compartir experiencias sobre los caminos que transita el teatro.

Pero Raúl Horta se empeña igualmente en culminar la Licenciatura en Educación Especial y trabajar en el montaje de la obra Un Elefante es cosa seria, perteneciente al Guiñol de Camagüey. Asimismo, en visibilizar el trabajo del proyecto sociocultural “A Manos de Todos”, un propuesta teatral que surge por interés de Mario Rodolfo Sabátela Puig, intérprete en lengua de seña, profesor de la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz, director general del proyecto y  asociado a la sección de Crítica e Investigación.

Mientras, usted lo verá por ahí, en la piel de algún personaje histórico de Camagüey o en un performance como Macondo. Aquí, en el Camagüey al que le debe mucho, la tierra de sus abuelos que visitaba de pequeño. “Me encantan sus calles laberínticas y la calidad de sus pobladores, su historia y cultura. Me siento tan camagüeyano como granmense”. He ahí la doble posibilidad de ser, sentir y vivir la vida, así como en el teatro.