Entre las muchas tareas que asumió el Héroe de Yaguajay, Camilo Cienfuegos, a partir del triunfo revolucionario, estuvo la creación de la Policía Motorizada. De aquel primer escuadrón, aún quedan en Camagüey algunos patrulleros.
Llegamos hasta la vivienda del Capitán retirado Rolando Juan Cruz Borja, y sobre las ruedas de su motocicleta echamos a volar los recuerdos.
Rolando tuvo siempre muy cerca al guerrillero de la gran sonrisa y el buen corazón, desde que formó parte de su columna en la Sierra Maestra. En febrero del año 1959, el Ejército Revolucionario decidió formar la Policía Motorizada, conocida popularmente como “caballitos”. De un curso intensivo en la capital se graduaron en el mes de mayo 162 policías que integraron el primer escuadrón, del cual él formó parte durante muchos años.
Durante el proceso de la preparatoria y las clases de conducción, Camilo visitaba a los cadetes. Rolando cuenta que todos eran jóvenes y en su mayoría de origen humilde, solían hacer bromas y maldades nocturnas. Una noche le cayeron a almohadazos al instructor, y el suceso llegó a oídos del Capitán.
Como Camilo también era muy bromista y le hacía maldades al Che en su hamaca, se sentía identificado con los jóvenes, pero necesitaba imponer disciplina.
Rolando sonríe buscando en la memoria y continúa contando. Dice que, sin perder el aplomo, Camilo los hizo prometer respeto por su compañero, pues eran soldados y debían preparase con seriedad para el largo camino que ya esbozaba la naciente Revolución.
Junto con cinco compañeros, Rolando fue enviado a trabajar a Camagüey, ciudad que desde hace 60 años lo acogió para siempre y donde formó una hermosa familia con su esposa, dos hijos y cuatro nietos.
Aquí volvió a encontrarse con el Señor de la Vanguardia, quien vino a verificar que ya la nueva policía motorizada estaba activa. Preguntó qué necesitaban para estar de camino, y en dos días hizo traer las cinco motos que faltaban para echar a andar la vigilancia de las carreteras.
Desde esos días trabajó intensamente, sin detener su patrullaje, hasta que una cirugía en la pierna lo obligó a bajar de sus dos ruedas, para quedar como instructor, y luego capacitador de cuadros del Ministerio del Interior, hasta su retiro.
Hoy, Rolando continúa su militancia desde el grupo zonal. Es miembro activo de la Asociación de Combatientes y desde esa organización sigue fiel a sus principios como le prometió a Camilo cuando se graduó de motorista en 1959.
Con voz rasgada, el capitán Borja rememora la última vez que vio a Camilo, cuando vino a afrontar la traición de Huber Matos. Él asegura que no hubo enfrentamientos; Huber se entregó tranquilo, pues a Camilo era muy difícil contradecirlo; transmitía carácter y justeza.
Rolando no imaginaba que horas después, el Héroe de Yaguajay desaparecería para siempre. La noticia lo conmovió hasta el alma; lloró mucho, pero siempre guardó la esperanza de que lo encontrarían.
Camilo Cienfuegos vive con su ejemplo en Rolando Juan Cruz Borja. Como dijo al recibirme en su casa: “aquí no hay lujos, solo dignidad”; porque él no luchó para recibir grados militares ni recursos materiales. Su lucha fue por la Revolución, por construir una sociedad de paz para sus hijos y nietos. Y su promesa está cumplida.


