El regreso de una camagüeyana

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“Siempre está presente en la familia, de tanto revivir sus anécdotas me parece que la conocí, puedo abrazar sus recuerdos y sentir orgullo de su bondad.”Así define la familia Zayas-Bazán a Carmen, la mal enjuiciada esposa de José Martí.

Llegar a casa de su sobrina- nieta Olga Zayas-Bazán y conversar sobre sus virtudes e incomprensiones resultó un viaje maravilloso al pasado, sobre todo porque me trajo de regreso a una camagüeyana distinguida y a veces olvidada que aunque decidió terminar su matrimonio con el héroe, continuó amándolo eternamente.

Sus familiares

El apacible hogar de Olga, ubicado en las alturas del Casino, me abre esa puerta al misterio y a los  aspectos menos conocidos de las grandes figuras que son: su vida en familia y sus verdaderos pesares. Según nos cuenta, el abuelo Don Ramón Zayas-Bazán, era hermano menor de Carmen, pero su padre Carlos, como sobrino menor y mimado por ella, fue quien más se encargó de contarles una y otra vez, historias relacionadas con su regreso de Nueva York, después de romper con Martí, de sus deseos de proteger a su hijo, José Francisco, y el  valor para  reclamar a los españoles el cadáver del Apóstol luego de su caída aquel 19 de mayo.

Fue tras el regreso de los Estados Unidos  que Carmen y el llamado Ismaelillo vienen a vivir a Camagüey en la casa que hoy ocupa la Sala de Conciertos. En aquel entonces estaba muy triste por la ausencia de su amado, pero le reprochaba la falta de atención a ella y a su hijo. Sin embargo la describen como muy generosa y caritativa con los necesitados, con carácter.

Como supo Olga de su parentesco

Estaba en cuarto grado en la escuela de las monjas teresianas, era 28 de enero y  para recordar el natalicio de José Martí en el aula realizaron un conversatorio. La maestra dijo que en el grupo tenían una alumna que era sobrina de la esposa de Martí, todos los niños quedaron expectantes, hasta ella estuvo muy sorprendida, al llegar a su casa quiso saber todo sobre su tía abuela Carmen y entonces, el padre que la creía pequeña aún para esos temas, la puso al tanto de lo que escucharía muchas veces en la vida.

Siente orgullo de esta mujer que Martí decidió escoger por esposa y madre de su hijo, creció mirando en la sala de su casa, un cuadro del Ismaelillo y dos abanicos de Carmen, que desde 1974 fueron donados al museo de Remedios, allí  cuentan una parte de la vida del héroe, que también conoció el amor y el sufrimiento.

 

Un paréntesis

Ha llegado la hija de Olga, Dulce María, después del saludo se une a nuestra conversación, porque ella también siente orgullo por su tía abuela y quiere contarnos sobre experiencias relacionadas a la familia.

Comenta Dulce María que trabajó mucho tiempo en la dirección provincial del  Banco Popular.  Sus compañeros le preguntaban si su apellido Zayas-Bazán tenía que ver con la viuda del apóstol y al responder que sí, todos quedaban sorprendidos y  se interesaban por ver objetos y reliquias de la familia.

De repente mira a su madre y pregunta: ¿por qué nunca fuiste a la Habana a conocer a tu primo José Francisco? Olga  hace un silencio para buscar en la memoria, deja caer la mano sobre su cabellera blanca, suspira  y luego responde…

Eran otros tiempos, yo iba a la capital de vacaciones con mi tía Brianda y al pasar por la casa del primo, ella me indicaba que era allí, pero no me permitía llegar, porque su esposa era una señora de la alta sociedad y sin su invitación las normas de cortesía impedían hacer visitas. Así pasó el tiempo y nunca nos vimos.

 

El regreso de Carmen a Camagüey

Hace 68 años que los restos de la camagüeyana reposan en su tierra natal, desde la Habana le comunicaron a la familia Zayas Bazán que la bóveda capitalina estaba en mal estado y debían ir a recogerla.

La tía Brianda dijo que ya era hora de reunirla con sus antepasados y  fue en tren a su búsqueda, el 31 de julio de 1951, en la mañana, llegó con el osario en sus manos y sin quitar el polvo del viaje fue junto a otros familiares directo al cementerio.

Fue así como  “aquella de los labios de un punzó natural, con la suavidad del terciopelo y con mirada angelical”, recibió la última sepultura, en el cementerio de Camagüey.

Como dato curioso debo agregar que el mismo día que depositaron los restos de Carmen en la capilla, se efectuaba el cuarto y definitivo entierro de José  Martí, en el Cementerio de Santa Ifigenia.

 

Fotos: Jesmir Varona Socías

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