Por: Karen María Hernández Rodríguez
Antecedentes históricos del uso del perfume
El uso del perfume se remonta a la antigüedad. Los primeros perfumes aparecieron en la antigua Mesopotamia, India y China; estos se emplearon para uso religioso y cosmético y constituyeron parte del comercio regional. Algunos ingredientes comunes eran el lirio, el cardamomo, la canela y la mirra.
Los recipientes podían tener forma de frasco o de ánfora, confeccionados a base de núcleo de vidrio. En Grecia se fabricaron en loza o terracota y solo estaban disponibles para las altas clases sociales. Con la invención del vidrio soplado durante este periodo la tecnología se extendió al imperio romano, y exigió la producción a gran escala de frascos de perfume.

A finales de la Edad Media la producción de perfumes se afianzó en Europa. Se crearon gremios de perfumistas para hacer crecer la incipiente industria, que dependía estrechamente de la realeza y sus cortes. A finales del siglo XIV, los perfumistas de la corte húngara crearon el Agua de Hungría, un perfume que mezclaba los tradicionales aceites aromáticos con alcohol.
En el Renacimiento, el avance de la química permitió perfeccionar las técnicas de destilación y extracción que mejorarían la calidad de los perfumen. Este progreso fue acompañado del surgimiento en Venencia de vidrieros que mediante la técnica del cristal soplado mejoraron la fabricación de frascos de perfumería.
Los frascos de perfume europeos del siglo XVIII se fabricaban en vidrio, porcelana o incluso en vidrio blanco disfrazado de porcelana. Estos estuvieron influenciados por las modas y los movimientos artísticos de la época y adoptaron tendencias tanto de la pintura, como de las artes decorativas.
El uso del perfume en Cuba.
En Cuba, los frascos de perfume arribaron con los conquistadores y posteriormente se difundieron con el auge del comercio. La mayoría de los productos se vendían en La Habana en perfumerías, farmacias y casas para la venta exclusiva de estos productos. Durante el siglo XIX los frascos de perfumes de mayor consumo procedían de Europa, fundamentalmente de París y Francia; pero también llegaron desde Estados Unidos.
En 1860 se inauguró, con capital español, la primera fábrica de cosmética y productos de aseo de Cuba llamada Sabatés, propiedad de Juan Sabatés. Posteriormente, en 1863, se fundó el establecimiento Crusellas, cuyos dueños fueron los hermanos Crusellas. Ambas fábricas se encontraban en el barrio de El Cerro, en La Habana.
En la época republicana la impronta de la moda a nivel internacional y el consumo de productos relacionados con la belleza y la salud, comenzaron a prosperar. A inicios del siglo XX, el mercado cubano sufrió una invasión de productos norteamericanos, lo que incidió en varias esferas de la vida cotidiana y provocó un aumento de la producción, distribución y venta; no solo de la perfumería, sino de los productos de aseo y la cosmética en general.
Muchos frascos de perfume del siglo XX llevaban un atomizador, invento de finales del siglo XIX que produce la fina pulverización de un líquido. De igual forma se incrementó la producción nacional, fundamentalmente por Sabatés y Crusellas, y de los perfumes fabricados en farmacias como Sarrá, Taquechel y Jhonson; así como la producción de pequeñas perfumerías cubanas.

Hallazgos de frascos de perfume.
Algunos de estos exponentes aparecen en contextos arqueológicos. En 2009, el grupo de trabajo del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la ciudad de Camagüey (OHCC), realizó una excavación de rescate en el inmueble Independencia no. 219, conocida como cada del Regidor, donde actualmente radica el Centro de Gestión Cultural de la OHCC.
Como resultado de la investigación se obtuvo un gran volumen de registro material, compuesto por fragmentos y piezas de cerámica, vidrio, material dietario y metal; datados entre finales del siglo XVIII y el siglo XX. Entre los restos recuperados se encuentran varios frascos de perfume de variada manufactura, procedencia y épocas.
La mayor parte de los frascos son de tapones y de rosca. Los tapones podían ser de corcho o de vidrio traslúcido y posteriormente se fabricaron en materiales no vidrio, con formas sencillas, cilíndricas y regulares.

Los frascos que corresponden a los siglos XIX y XX, están manufacturados en vidrio soplado y moldeado, de variedad transparente o traslúcida y de tonalidad incolora; con forma globular, ovoide o rectangular. Algunos poseen impresiones en la base y el cuerpo con decoraciones o la marca de fábrica. Entre las marcas de perfumes se destacan los de procedencia francesa y de Estados Unidos, también los de producción nacional como la ya mencionada marca Crusella.

Estos artefactos constituyen parte de la cultura material y su estudio ha permitido conocer el uso de perfumes en la ciudad de Camagüey, así como las influencias de la moda imperante en las clases sociales de nuestro pasado.