Enero de 1959: continuidad de victorias

Foto: Cortesía del autor
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El pueblo desbordado a las calles

Diciembre de 1958: En varias casas de la ciudad, decenas de familias no se apartaban del aparato radial para escuchar a la emisora de la Sierra Maestra “Radio Rebelde”, que trasmitía las últimas verdades en torno a la huida del dictador, el cese del fuego del ejército de la tiranía y de la posición de principios de la comandancia Rebelde; enfrascada en garantizar el paso pacífico del poder del anterior Gobierno –esta vez sin golpe de Estado-, a la nueva dirección revolucionaria, servidora y defensora del pueblo. El “Indio” de Banes, como algunos adulones llamaran al ex presidente Fulgencio Batista, huía en su DC-3 Guáimaro a República Dominicana, donde sería recibido por su amigo, el General Rafael Leónidas Trujillo.

El júbilo por la partida del tirano fue indescriptible. Desde Caracas llegaba por la radio nacional la voz de Daniel Santos, cantando para Cuba la “Marcha del 26 de Julio”. En las calle República y Maceo algunas tiendas de comercio se mantienen abiertas pero vacías, como mismo algunos cines. La mayoría de los centros de labor permanecían sin obreros ni empleados, todo el mundo a la calle.

Las plazas y calles de la ciudad ecléctica comenzarían a inundarse de personas portando carteles alegóricos al triunfo rebelde y alzando fotografías de los comandantes Fidel Castro, Camilo Cienfuegos, el Che Guevara, Juan Almeida y otros líderes rebeldes; otras agitaban banderas cubanas y del 26 de Julio, mientras esa misma multitud cantaba el Himno Nacional. Fue el primer “Día Feliz” del primer mes del nuevo año 1959. Apenas advertía esa inmensidad de pueblo agramontino que los días por venir serían más difíciles, que amenazas y peligros mayores estarían a la vuelta del camino. Aunque sin pérdida de coraje y sin mengua de fe en la victoria.

Nuevos desafíos

En ese contexto histórico singular, una nueva realidad política sería asumida por la mayoría, una nueva mentalidad se centraría en ir configurando una sociedad nueva; con el nuevo poder asentado en la verdadera emancipación del espíritu humano; de su libertad plena y en el goce de la independencia, sin sujeción a dictados de Imperios. Sociedad en la que las mayorías ascendieran a escalas humanas dignas, y se dejaran atrás en el pasado histórico discriminaciones, racismos y todo tipo de prejuicios sociales. Y donde la mujer y el hombre valieran por la virtud.

Desde esa mañana de enero, los antiguos cuarteles abrirían para servir como escuelas de enseñanza gratuita, donde alojar a miles de niños cuidados y educados por maestros nuevos. En breve, las clínicas y hospitales privados serían inundados por el pueblo doliente y enfermo que no curó el capitalismo, esta vez para ser atendidos por médicos que servirían con amor y desinterés, a pesar de las decenas que dejarían el país para marchar al Norte.

El país nuevo avanzaría con gente nueva, dispuesta a la fundación nueva, que se consagraría al sacrificio permanente y al trabajo de creación y de modelación de un ser social de nuevo tipo; de gente impregnada de bríos revolucionarios para el desempeño del amor; defensora de la patria-matria común, y leal a su historia y a sus líderes de ayer y de hoy; de la gente de verdad dispuesta a morir abrazada a banderas legítimas, tejidas en medio de las luchas y epopeyas de independencia.

Podrían escribirse cientos de tomos de miles de páginas de esa obra de infinito  altruismo y amor que los agradecidos llamamos ¡Revolución! Obra infinita en el tiempo histórico.

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