Eusebio Leal fue un eterno enamorado de Camagüey y su historia. Disfrutaba mucho de caminar por las calles y contemplar la riqueza patrimonial de esta urbe. Él defendió con devoción la historia de toda Cuba y sus ciudades patrimoniales, pero no caben dudas que por la tierra de Agramonte sintió un cariño especial.

“¡Le encantaba la ciudad! Nunca me olvido de su deslumbramiento ante la belleza de la ciudad de Camagüey; incluso las edificaciones que todavía no estaban tocadas por las manos de la restauración para él eran un atractivo muy grande.

“Siendo un profundo conocedor de la historia tenía una visión muy clara de todos los procesos históricos que había vivido Camagüey, pero especialmente todo lo que tenía que ver con el mito de Ignacio Agramonte, ese gran misterio alrededor de su muerte. Leal fue un cespediano consagrado, pero tenía en Agramonte esa otra inspiración.” Comenta la periodista Magda Resik quien por muchos años trabajó con de manera muy cercana a Leal.

Siempre que pudo Eusebio participó físicamente en cada evento que organizó la Oficina del Historiador de la ciudad de Camagüey para hablar y debatir sobre la preservación del patrimonio. Cuando la salud dejó de permitírselo no dejó nunca de mandar un mensaje a todos lo agramontinos.

“Camagüey siempre ha sido una especie de pilar de la Red de Oficinas del Historiador y el Conservador de las Ciudades Patrimoniales de Cuba que Leal dirigía. Su fiesta mayor yo diría que fue cuando un fragmento del centro histórico fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad.

“Te puedo decir que lo vi caminar gustoso por las calles de Camagüey y sentía un orgullo tremendo por lo que se hacía aquí, por Joseito, por la ciudad.” Agrega Magda.

El legado de Leal es imborrable, está en cada rincón, en cada acción por rescatar la historia y el patrimonio de esta urbe que lo sedujo tanto.