Eusebio Leal fue un hombre que profesó un amor inigualable por la historia de Cuba. No se conformó solamente con luchar por el cuidado de su Habana, sino que trabajó sin descanso hasta que esa noble labor: la conservación del patrimonio, se expandiera con fuerza por toda la isla.

“Eusebio sintió un cariño especial por Camagüey. Lo mostraba en cada una de sus acciones, sus arengas, sus consejos. Estuvo en varios momentos importantes de la ciudad, como la inauguración del Parque Martí; viajó en el día, inauguró el lugar con sus palabras y regresó para la Habana. Siempre hago la anécdota del parque Agramonte, un sitio emblemático de nuestra urbe, antigua Plaza de Armas, cómo vino, alentó y al final fue una obra que tuvo mucha aceptación.” Cuenta José Rodríguez Barreras, director de la Oficina del Historiador de la ciudad de Camagüey.

Leal no perdía oportunidad de visitar la ciudad, caminar sus calles enrevesadas y con su poderosa oratoria hablar de las personalidades del Camagüey.

Incluso, cuando su salud no le permitió más esa agotadora faena, en cada fecha importante mandaba un mensaje dedicado a esta ciudad.

“Era un cubano de marca mayor, pero esa grandeza no fue óbice nunca para tratar a los demás de igual a igual, sin prepotencia, sin que lo abandonara esa humildad que lo caracterizó.” Agrega Rodríguez Barreras.

Eusebio siempre será recordado por los hijos de su Camagüey, su Habana, y  Cuba. Continuar con la obra que con tanto esfuerzo desarrolló hasta su último aliento es la mejor manera de perpetuar su legado