Fidel Castro: honra al Mayor

Foto: Tomada de internet
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Ignacio Agramonte en la memoria de Fidel 

No dejó nunca de citar su nombre y proezas en sus discursos, a partir del triunfo de enero de 1959. La fe inquebrantable, la moral incorruptible, la ética inmaculada, la moral purificada, la hombría arquetípica, el amor delirante, la lealtad a prueba de balas, la obsesión por Cuba Libre, el desafío y arrojo desmedido ante el adversario, la purificación de su personalidad, su humanismo; sus cualidades fueron evocadas a modo de recurso pedagógico por el magisterio de Fidel, orientadas a formar tales valores en el pueblo, durante el transcurso del proceso emancipador que significó la revolución de nuevo tipo.

Para el Líder Histórico de la Revolución Cubana, Céspedes, Agramonte, Maceo, Gómez y Martí; constituían los pilares del patriotismo cubano, de la rebeldía, de la resistencia, de la intransigencia, de la libertad e independencia plenas. Fueron cinco héroes reales de carne y hueso, que ayudaron a modelar con sus luchas y pensamientos más puros las cinco puntas de la estrella solitaria, que completaron el triángulo equilátero rojo de la enseña nacional.

En Demajagua, sitio remarcado de la historia por la exhortación del líder bayamés a iniciar las luchas aquel 10 de octubre de 1868, Fidel expresó en la conmemoración nacional por ese acontecimiento, en octubre de 1968: «Aquella década dio hombres extraordinarios, increíblemente meritorios, comenzando por Céspedes, continuando por Agramonte, Máximo Gómez, Calixto García, e infinidad de figuras que sería interminable enumerar».

Plaza San Juan de Dios. Fidel dijo de Agramonte…

«Existió el real peligro de que una gran parte de Camagüey depusiera las armas» [por la influencia ideológica contrarrevolucionaria del simulador y rico terrateniente Napoleón Arango Agüero].

«Pero fue precisamente en ese instante cuando se yergue la figura de Ignacio Agramonte, el 26 de noviembre de 1868, en la reunión de Minas (…) exclama: «¡Acaben de una vez los cabildeos, las torpes dilaciones, las demandas que humillan: Cuba no tiene más camino que conquistar su redención arrancándosela a España por la fuerza de las armas!». Ese fue el primer servicio extraordinario prestado por Ignacio Agramonte a la lucha por la independencia».

«Los camagüeyanos, dirigidos por Agramonte, tenían otras concepciones. Eran partidarios de organizar la República desde los inicios mismos del comienzo de la lucha. Eran partidarios –paralelamente con la guerra- de cambiar las instituciones coloniales, la legislación colonial, y adoptar nuevas leyes y nuevas formas de vida».

«Los camagüeyanos-y entre ellos, por supuesto, Agramonte- no eran partidarios de esperar el fin de la guerra para abolir legalmente la esclavitud. Eran partidarios de abolirla de inmediato».

«No existe ningún antecedente histórico en su vida, no existe ningún antecedente en sus ideas y en sus criterios políticos, que permitan la menos sospecha de anexionismo en Ignacio Agramonte».

«Céspedes y Agramonte paulatinamente se iban acercando (…)».

«Donde quiera que había un campamento de Ignacio Agramonte, había un centro de instrucción militar, había una escuela. Les inculcó a los patriotas camagüeyanos su espíritu, su ejemplo, sus extraordinarias virtudes (…)».

«Agramonte reclama para sí, a los efectos de dirigir la guerra al frente de los camagüeyanos atribuciones similares a las que planteaba Céspedes para dirigir la guerra de la nación entera».

«En parte, aquel trabajo que había hecho Agramonte en Camagüey hizo posible aquella extraordinaria campaña de Máximo Gómez en Las Villas».

«La muerte de Ignacio Agramonte constituyó una terrible pérdida para la Revolución cubana».

El discurso de Fidel honró a la Revolución Cubana, honró al Camagüey insurrecto, honró al Mayor Agramonte. Merece que nuestra juventud lo estudie. Sin esa historia no tendríamos nación. Recordar que esa se ganó por medio de las luchas de larga duración, en la que hubo que derramar ríos de sangre, formular pensamientos y poner mucha inteligencia; por tal de evitar perder la soberanía y la libertad. Nuestra revolución nació  mambisa de origen. Merece cuidarse y defenderse todos los días.

 

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