El pintor de Las Beatas, niñas huérfanas y temas religiosos, tuvo una vida azarosa. Su postura irreverente ante una sociedad llena de falsas morales y discriminaciones, lo llevó a vivir grandes objeciones entre sus deseos y la vida que le tocó.
Por ello victima de los excesos de alcohol, la mala alimentación y finalmente la tuberculosis, muere aún joven en la capital Alfredo Fuentes Pons o mejor…Fidelio Ponce de León.
Según expresaron los que tuvieron la oportunidad de conocerlo, Fidelio fue un hombre de gran talento y sensibilidad, valores que inquietaron su alma para plasmar sobre el lienzo; tristes miradas y pálidos rostros, suplicantes de mejores tiempos.
Las obras que atesora el Museo Provincial de Camagüey, nacidas de los afligidos pinceles de Fidelio Ponce, son un homenaje póstumo a ese pintor Camagüeyano, que logró trascender, justo por el reflejo de sus pálidos y serios colores.
En el museo
Admiradora de su obra y con deseos de escribir sobre el artista camagüeyano, fui hasta el Museo, allí me atendieron la investigadora Raiza Martínez Delgado y el conservador y joven artista de la plástica, Orlando García Fajardo.
Comenzamos a recorrer el salón de las artes plásticas, ahora en reparación, pero gentilmente me llevaron a apreciar las obras y para mi sorpresa una obra desconocida con la firma original de Fidelio se rescató hace unos meses y ahora pondera la colección, rompiendo totalmente con los colores y técnicas que acostumbramos a ver del autor.
Es otra de sus “cabezas de mujer” la primera está sin fecha y muestra los colores ocres de siempre, la encontrada data de 1934, sin embargo, es una técnica de pastel, con variedad de colores, por lo que cuesta mucho asociarla con las de Fidelio. Con la adquisición reciente, suman cinco en total, las obras originales que atesora el museo.
Con orgullo y pasión por la plástica, Orlando nos asegura que es una dicha contar con esas rarezas, que nos acercan a la controversial figura de breve y sufrida existencia.
La mirada de Raiza
En el maravilloso patio del Museo nos sentamos a conversar sobre Ponce y con admiración comenta que desde sus estudios iniciales se apasionó por su obra, para ella fue un “artista genial”, que al criterio de expertos: experimentó y jugó con las formas y texturas, que pueden ser reinterpretadas tantas veces como las mires, pero prevalece la tristeza y añoranza en cada una.
Solo la pintura descubierta hace poco, rompe con los cánones, pero tampoco es del todo alegra, si resulta más colorida, tal como su obra paisaje, otra de la colección que igualmente sale de sus temáticas habituales, pero en amabas la bruma o el velo de sus sentimientos está presente.
Su espíritu aventurero e irreverente, hizo de Fidelio un ser sufrido, excluido de las tertulias del gremio de su tiempo, que como casi todos los genios, logró relevancia después de su partida.
De la familia Fuentes
En estos días de búsqueda, encontré aristas poco tratadas de la vida y obra del artista camagüeyano Alfredo Fuentes Pons, pero mi curiosidad aún no está satisfecha. Siempre deseo para una crónica develar al ser humano, a la persona de carne y huesos, su vida en familia…
Por fin encontré a su sobrina-nieta Nivia Fuentes Pino, quien me contó que su abuelo era el único hermano de Fidelio y vivió orgulloso del talento y triste por la separación del hermano mayor que decidió con su arte buscar fortuna en la capital, de allí las visitas a la ciudad se fueron acortando.
Alfredo y Emilio quedaron huérfanos de madre, al nacer el segundo, los criaron las tías beatas de sus obras, de ellas aprendieron la religiosidad y la austeridad. Aunque su economía nunca fue abundante, en cada arranque de añoranza Fidelio regresaba a visitar a la familia y a compartir con ellos, porque era muy apegado, no como dicen otras historias.
Pero también supo que era un soñador, se inventaba viajes imaginarios y cuando faltaba a clases en San Alejandro, decía a sus compañeros de academia que andaba por cualquier país de Europa, sin embargo solo salió de la isla para una beca en España de la cual regresó pronto, ya casi vencido por la enfermedad, algunas de aquellas ausencias lo traían a Camagüey.
En el patrimonio familiar no quedó ninguna de las obras originales, ni siquiera las que firmaba PLC (por la comida) cuando las vendía por cualquier mísero precio, solo para poder comer.
Después de desempolvar algunas de las tristezas que atormentaron a Fidelio Ponce, durante su azarosa existencia, solo puedo sumarme al criterio de Raiza, de que era un genio, uno de esos que aferrado a su pincel no logró cambiar a la sociedad de los años 40 del pasado siglo, y en su intento y desamparo, se le fueron la salud y el alma.