Finca Los Pinos: Los misterios de una casona deshabitada

Foto: Cortesía de la autora
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Según coincidencias de criterios de algunos autores, el siglo XVIII fue sin dudas, el más próspero para la arquitectura de la época colonial.

En el reparto Simoni, alejado del centro histórico, caminando junto al licenciado en Historia Walter Moronta Machín, descubrimos una reliquia del pasado, que algunos vecinos sitúan su construcción a comienzos del siglo XX, pero su estilo dice que fue mucho antes.

La curiosidad de un historiador y una cronista se unieron para vivir una aventura en el tiempo. Así descubrimos quiénes son sus dueños, por qué está deshabitada, y algunas leyendas que crecieron alrededor de una virgen que adornaba la fachada original.

De camino

Para orientarlos en el sitio, debo decir que la casona se ubica en los predios de la fábrica de conservas El Mambí, otrora matadero de reses. Su direacción indica que la casona está ubicada en prolongación de Padre Valencia #396, pero consultando mapas antiguos de Puerto Príncipe descubrimos que era un antiguo ingenio y luego fue la hacienda Los Pinos, de la que dedujimos que esta era

Entramos…

La nieta de Alfredo, Viladis Ciclé Barranco, vive a un costado de la casona, deshabitada por su deterioro tan avanzado. Su tío Ramiro, quien vivía allí desde siempre, quedó ciego y es muy anciano, por lo que hace unos meses se fue a vivir con su hijo, pero ella vigila y airea la vivienda con frecuencia, mientras lamenta ver el deterioro de aquel sitio que fue el paraíso de sus abuelos y de toda la familia.

Nos premió con abrirnos las puertas y concedernos mirar al pasado de la elegante arquitectura camagüeyana.

Un paréntesis

En Camagüey, la centuria del XIX quedó marcada por casas de amplios aleros de tornapunta, combinados con verjas voladas de madera, puertas flanqueadas por medias columnas o pilastras, mientras que en el interior los arcos mixtilíneos constituyen el bum de la época.

Al mirar sus arcos poli lobulados y los ventanales con verjas de madera, pienso, desde mis modestos conocimientos, que esta casona nació cerca de esa etapa.

Desde el entablado del techo a dos aguas, gastado por tantas lluvias y el paso del tiempo, se filtra la luz del sol, quizás para advertirnos que la edificación conserva su añejo encanto y que no se observan modificaciones al estilo original, lo que le da un valor agregado.

Pero la extensión en pie va reduciéndose a dos habitaciones espaciosas. Las columnas y otros vestigios de muros dan certeza de la majestuosidad que lució en su época de esplendor y que nos llama a pedir ayuda para salvarla del olvido.

La leyenda

La hija de Alfredo, Esther Barranco, nos cuenta con añoranza  sobre la belleza de aquella hacienda, donde sus padres vivieron hasta el final de sus días. Recuerda que había en la fachada una virgen del Loreto hecha con azulejos. Los vecinos y parientes insistían en que la imagen guardaba un misterio que podía ser dinero escondido por los españoles y primeros dueños, joyas o algún mapa de un tesoro…

Removieron la pared, rompieron la virgen y jamás encontraron nada de valor. Quizás el mensaje no era material y sí un llamado a preservar el encanto de aquel sitio, que alguna vez tuvo un extenso y verde pinar, el cual oxigenaba la zona y ofrecía su madera, para seguir construyendo.

De regreso

Nuestra aventura termina. Ha sido un gusto recibir una clase de historia de la ciudad, de la mano del apasionado Walter, quien disfruta al resaltar los valores patrimoniales desde el sitio digital que gesta hace más de un año, con 5 mil seguidores en Internet: Camagüey en los recuerdos.

Sirva nuestra visita para hacer un llamado a las autoridades pertinentes e intentar salvar bellas obras arquitectónicas como esta, que aún guarda nuestra ciudad y que espera ser descubierta por miradas curiosas e interesadas en salvaguardar su memoria.

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