Haz que se vea junto al poeta, el hombre

Foto: Archivo OHCC
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El 10 de julio de 1902, llegaría al mundo uno de los mejores hijos no solo del Camagüey sino también de Cuba, Nicolás Guillén Batista; quien plasmó en su poesía el testimonio de una realidad vivida y sentida a plenitud, desde dentro.

Nació en un entorno propicio para fomentar el interés por la lectura, quien desde la biblioteca paterna, disfrutaba de los clásicos españoles; mientras crecía su amor por la escritura en el taller de imprenta en el que colaboraba junto a su hermano Francisco y tras observar las actividades periodísticas de su padre Nicolás Guillén y Urra. No supo exactamente cuándo comenzó su afición hacia las letras, y su inclinación a la expresión poética, pero según el poeta, sus primeros versos los escribió con catorce años.

Un duro golpe sería la muerte de su patriarca. No solo implicó el desamparo familiar; sino la pérdida de su mejor amigo, maestro y guía espiritual. La promesa hecha para cumplir el sueño de su progenitor de cursar una carrera universitaria hizo se creciera ante la adversidad y estudiara en las noches gratuitamente en clases impartidas por el profesor negro Tomás Vélez, amigo del fallecido. Gracias a ello logró realizar el bachillerato en dos años.

El joven poeta

En los años de sus estudios secundarios, se definiría su vocación poética e iría alcanzando cierto renombre literario en su círculo local, pues la revista Camagüey Gráfico le otorgaría su primera publicación. También conocería por su propia experiencia la realidad del prejuicio racial existente en el país.

Dos veces seguidas partiría a La Habana a cursar estudios universitarios de abogacía, pero su vocación poética pudo más; por lo que decidiría regresar a su ciudad natal en donde asumió la dirección junto a Francisco de la revista literaria Lis y labores del periodismo local, específicamente en el diario El Camagüeyano.

Aunque fue una corta aventura, la revista Lis mostró que, en el joven Guillén de 20 años la pasión periodística era tan fuerte como la literaria. Además despertó la admiración y respeto de coterráneos de la talla de José Armando Plá.

No obstante a que no escribió versos durante un período de cinco años, este espacio de silencio lírico le permitió sumergirse en sí mismo, entender el contexto imperante, recobrar su condición humana y su cubanía.

El verso, motivo sangrante de la vida misma

El regreso de Guillén a la capital se produce gracias al amigo de su padre Abelardo Mola durante el gobierno de Gerardo Machado, mientras ocurría el despertar de la conciencia nacional que se manifestaba en diversas formas. En el campo literario, encuentra su expresión en el vanguardismo, en donde los temas sociales cobran particular realce, específicamente en la poesía; de ahí que se hable de una corriente denominada poesía social, definida hacia finales de la década del 20 e inicios de la siguiente.

En este entorno se originó, según palabras propias su resurrección poética, la cual debió a Gustavo E. Urrutia, quien le pidió colaboración para su columna Ideales de una Raza, que aparecía los domingos en el Diario de la Marina. En dicha página aparecerían los Motivos de Son (1930), obra a la que no solo reconoció como su expresión genuina y definitiva, sino en la que dispuso a señalar y visibilizar al cubano negro, como uno de los componentes más importantes en la conformación de nuestra nacionalidad.

A ella siguió el libro Sóngoro Cosongo (1931), en el cual enunció el más auténtico folklore y una vigorosa declaración contra la discriminación racial. Casi tres años después vería la luz West Indies Ltd, en donde la relación de los cubanos blancos y negros no alcanzó tonos tan elevados, pues el poeta iba comprendiendo que la solución a la problemática racial existente se incluía en la solución del problema fundamental de la nación en aquellos momentos, el subdesarrollo provocado por la dependencia imperialista, lo que significaba una toma de conciencia.

Su maestría se afirma con la Elegía a Jesús Menéndez. Sin embargo, el texto que mejor definirá a Guillén será El Son Entero, de acento popular, más nacional que racial. En este se observa muy bien redoneada la síntesis de su personalidad.

Sin grandes diferencias en el tiempo aparecieron nuevos poemarios, mostrando a un poeta maduro, de relieve universal, en los que se observa la identidad del hombre revolucionario, militante internacionalista.

Por su gran obra el principal exponente de la poesía negra, fue reconocido al cumplir 75 años, como el Poeta Nacional de Cuba, distinción que inmortaliza para siempre, a quien nos dejara físicamente el 16 de julio de 1989.

Bibliografía

Anderson Imbert, Enrique. Historia de la literatura hispanoamericana. Edición Revolucionaria, Instituto Cubano del libro, 1972.

Augier, Ángel. Nicolás Guillén. Notas para un estudio biográfico-crítico. Editora del Consejo Nacional de Universidades, Universidad Central de Las Villas, 1965.

Colectivo de autores. Valoraciones sobre temas y problemas de la literatura cubana. Editorial Pueblo y Educación, 1980.

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