El escritor norteamericano Ernest Hemingway se paró sobre la proa de su yate Pilar y con unos binoculares comenzó a disfrutar un paraíso de tierra y agua: la cayería norte de la provincia de Camagüey.
Era su primera vista al entorno marino camagüeyano y descubrió un paraje casi todo virgen, el cual decidió recorrer en varias ocasiones, cautivado por la belleza del entorno y las posibilidades de una de sus aficiones, la pesca, en compañía de Gregorio Fuentes, su amigo y patrón de la embarcación.
En 1930, tuvo su inicial contacto con la provincia en un viaje que también incluyó recorridos por carretera, para alojarse en la vivienda del dueño del entonces central azucarero Santa Martha. También incluyó visitas a las ciudades de Nuevitas y Camagüey.
Cuentan que, durante su presencia en la capital camagüeyana, estuvo en instalaciones como el Gran Hotel.
Sus travesías por la norteña zona marítima contribuyeron a enriquecer la trayectoria de aventuras de Hemingway, entre ellas, la de corresponsal de guerra y combatiente en la Guerra Civil Española, la participación en la I y II guerras mundiales, y las cacerías en África.
Uno de sus puntos preferido de recalo era Faro Maternillos, construido en el siglo XIX y el segundo más alto de Cuba.
Era común que subiera a la cúspide para admirar el magnífico paisaje, como parte de sus caminatas, igualmente por otras ínsulas de la región.
En la zona insular del norte de Camagüey contactó, además, entre otras áreas, con los cayos Sabinal, Romano, Guajaba, Coco, Paredón Grande y Confites.
En sus visitas terrestres estuvo, asimismo, en los poblados de la Gloria City y Palm City, fundados por norteamericanos y alemanes; respectivamente.
Años después de esos viajes camagüeyanos, realizados en diversas etapas –algunas prolongadas–, en 1947 Hemingway fue acusado por las autoridades de tener vínculos con la llamada expedición de Cayo Confites, dirigida a derrocar al dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo.
A causa de la imputación, cuando él no estaba en su casa de Finca Vigía, un pelotón de infantería realizó un registro allí e incautó las armas de caza, devueltas al día siguiente.
No pudieron probarle sus relaciones con los preparativos de invasión a la República Dominicana, hecho inicialmente auspiciado por el Gobierno cubano y luego prohibido por decisión gubernamental.
Su yate Pilar no fue siempre una nave de paseo.
Una institución militar norteamericana, a petición del escritor, dotó de armamento a la embarcación para dedicarla a la caza de submarinos alemanes, que en la II Guerra Mundial ya hacían estragos en el norte cubano, incluida la provincia de Camagüey.
No fue factible materializar el proyecto porque en los rastreos no resultó detectado ningún sumergible en la superficie, lo cual era la única posibilidad para atacar al enemigo, por el tipo de armamento instalado en el yate.
Hemingway aprovechó también su permanencia en suelo camagüeyano para sus inquietudes de escritor, con las cuales obtuvo en 1954 el Premio Nobel de Literatura y cuya medalla depositó en Santiago de Cuba, en el Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre.
Pasajes en el entorno marítimo del norte de Camagüey figuran entre los escenarios de Islas en el Golfo, novela de Hemingway publicada en 1970.
Otra de aquellas huellas fue redactar en la provincia el prólogo de la novela The Great Crusade, del alemán Gustav Regler.
La Habana y Camagüey fueron los dos territorios del archipiélago más conocidos por el Hemingway.
Su presencia reiterada en esa última provincia, con el aliciente de los viajes marítimos, contribuyó a reforzar sus fortísimos vínculos con el país caribeño, donde tuvo su residencia más estable, Finca Vigía, en el poblado de San Francisco de Paula, a unos 15 kilómetros de la capital cubana.
Escritor y periodista, vivió durante unos 20 años en Cuba, en Finca Vigía, y vivienda convertida en museo, después de la muerte del intelectual, en 1961, en su país de nacimiento, Estados Unidos de América.



