Uno de los acontecimientos más bonitos ocurridos en mi vida, ha sido el de conocer personalmente al maestro Jorge González Allué, ese excelente músico y compositor que dejó obras inéditas al abandonarnos físicamente, pues hasta guardando cama continuaba componiendo.
Por eso, a propósito de su natalicio, este 11 de febrero, he querido recordarlo una vez más, cuestión que llevo prendida en mi vida, ya sea porque oigo su emblemática “Amorosa guajira´”, tema frecuente en la radio camagüeyana, o porque visito la Casa de la Diversidad Cultural Camagüeyana, – institución perteneciente a la Oficina del Historiador de la ciudad-, con mis alumnos.
Es imposible no acercarme a una de las vitrinas, que allí se exhiben, con una pequeña hoja arrancada de un block donde me escribió la canción “Balada en él”, su obra número 204, justo cuando se encontraba ingresado en la sala de cuidados intermedios en el Hospital Amalia Simoni, en el año 1999, lugar en el que estuvo varias veces aquejado de algunas dolencias.
Ya he comentado en otras ocasiones lo jocoso de su carácter y cómo sus llamadas nocturnas, casi siempre, me hacían salir de mis rutinas cotidianas y envolverme en aquella amena charla que sosteníamos y de la cual salía permeada de buenas vibras y sonreía hasta sola recordando algún cuento o dicharacho que me había contado.
El amigo y compañero Oscar Viñas Ortiz, que fue algo así como su biógrafo, quien dedicó varios años a indagar sobre la vida y obra del compositor, comentó en su libro “El último de los grandes”: …no hemos pretendido que usted disponga de una biografía de Jorge González Allué; se trata de que conozca muchos detalles de su vida, contados por él mismo, con su forma de hablar, sus criterios, opiniones, anécdotas, puntos de vista y valoraciones.
Más camagüeyano que un tinajón
Y desde luego, tal y como nos advirtió su autor, cuando usted lee cada párrafo de ese texto, conociera o no a ese gran hombre, lo imagina, y le parece que está contando la historia de su larga vida, se le ve colocado en el piano dando acordes y tocando cualquiera de sus tantas creaciones e indiscutiblemente el ansia de llegar al final lo invade, pues la forma desenfadada de aquel que se dijo: Soy más camagüeyano que un tinajón, lo invitan de un golpe a querer conocer tan interesante y fructífera existencia.
Y porque como también nos dijo Viñas: Ha prestado muy valiosos servicios a la cultura camagüeyana (y a la cubana, por añadidura), por lo cual todavía tenemos mucho que agradecerle…
Hoy he querido ofrecerle este pequeño homenaje, a ese que un día, como reza en uno de los versos de la canción que me dedicó, vio en mí una …risa de cascabel…, algo que trato siempre que puedo reflejar en mi rostro, porque como dijo ese otro grande de la escena, Charles Chaplin: …No hay día más perdido que aquel en que no hemos reído.



