La ilustración criolla y la patria nueva
Fue el cuerpo de catedráticos integrantes de la llamada «Ilustración principeña», por demás criolla, —y esto no era de poco significado en materia cultural y política—, los ayudarían a preparar las mentalidades de los pupilos y a elevar a niveles superiores su instrucción general; también a formar en ellos el modo de enfrentar retos.
De esos catedráticos, de una nómina más abarcadora que en su mayoría simultaneaban en otras entidades, como la Sociedad Económica de Amigos del País o Diputación Económica; cabe mencionar al naturalista Manuel Monteverde Bello, al pedagogo dominicano formado en nuevos métodos de enseñanza Dr. José Delmonte y Garay, al moralista y maestro español don Gabriel Román y Cermeño, al también dominicano Lic. Antonio Pichardo y Márquez, al no menos ilustrado Juan García de la Linde, al patriota y literato José Ramón Betancourt y Betancourt, y al venezolano patriota Cristóbal Mendoza y Durán; en ellos encontraría apoyo la juventud del Príncipe, para fraguar el cambio de las viejas estructuras del poder colonial.
Es necesario recordar que, el catedrático del Instituto Lic. en Medicina Eduardo Agramonte y Piña, junto a varios compañeros y discípulos, se sumaría a la conspiración independentista, que finalmente conduciría a 76 patriotas de la región a la cita del Paso de Las Clavellinas. Este hecho, ocurrido el 4 de noviembre de 1868, tuvo como principio hacer saber al gobierno de la colonia, que el Camagüey secundaba al Oriente en la Guerra de los Diez Años. Alrededor de 60 valientes encontrarían la muerte en los campos de la Revolución, tras forjar sus destinos en las aulas del Instituto.
Nuevo edificio, las mismas luchas
En la República neocolonial, justo en 1908, dado el progreso e importancia de los estudios de Segunda Enseñanza, el Gobierno asignó parte de su presupuesto del Plan de Obras Públicas para construir un edificio que asumiera una matrícula mayor de estudiantes. El inmueble, entre inconvenientes y retrasos del proyecto, por fin perfiló su figura rectangular en los terrenos aledaños al Parque Casino Campestre, el 10 de octubre de 1928. La fecha no fue escogida al azar.
Llegado el instante inaugural del edificio, de frontón triangular clásico entre gruesas columnas y escalinatas, que en algo semejaba uno de los palacios de la Grecia antigua; en su Aula Magna el primer director del centro, el Dr. Felipe Pichardo Moya, lucía satisfecho. El nieto del ex coronel de la contienda del 68, del mismo nombre que su abuelo, Dr. Emilio L. Luaces Bilichi, centró su exordio a los alumnos convocándolos a asimilar las enseñanzas humanistas, científicas y educativas, y a «imitar el ejemplo de Ignacio Agramonte, paladín de las libertades humanas». Esto último tuvo una fuerte carga política, además de moralizadora, ética y revolucionaria; que los estudiantes no debieron pasar por alto, en medio del entreguismo a Estados Unidos.
Fragua de revolucionarios
No pasó mucho tiempo para corroborarse la importante labor educativa, moral, ética y humanista del Instituto, y para convertirse en fragua de revolucionarios; que saldrían de sus aulas a desafiar a los desgobiernos y a las dictaduras de Machado y Batista. Casi recién inaugurado sus alumnos protagonizaron una protesta pública, el 13 de febrero de 1929, ante la negativa de las autoridades de conmemorar la muerte del ex catedrático y teniente coronel del Ejército Libertador, Dr. Manuel Ramón Silva y Zayas[1].
Estas protestas fueron encabezadas por Francisco Venegas Muiñaz, Hugo Pedroso Rodríguez, Héctor Zayas-Bazán Perdomo, Consuelo Seone Pérez, Jorge Rovirosa Comas, María Josefa Vega Moreno, Armando Ruiz Leiro, Ernesto Nieves Casas, Ramón Moncada Rodríguez y Manolo Arango. Entre los profesores el catedrático de Lógica, Cívica y Psicología, Dr. Mendoza Rojas; y el catedrático de Historia Natural y Biología, Dr. Biosca Viñolas.
No había miedo entre los estudiantes para salir a las calles, como se evidenció cuando profesores y alumnos del Instituto, la Escuela Normal para Maestros y de la Escuela Profesional de Comercio, se lanzaron a huelga el 19 de abril de 1934, para demandar la destitución del supervisor militar yanqui de la República. El 6 de septiembre, tras la huelga y mientras se desarrollaba la asamblea del Frente Único de Lucha de Estudiantes y Obreros en el salón de sesiones estudiantil, ubicado a la entrada del colegio, este fue atacado a tiros por la policía y el ejército. No obstante a la balacera, la agresión fue repelida por estudiantes y obreros desde la azotea del edificio.
Acciones ejemplares
Muchas fueron las acciones revolucionarias, en esos años en que descolló la vanguardia del Instituto. Entre ellas merecen mencionarse los actos por el centenario del natalicio del Mayor Ignacio Agramonte Loynaz, en diciembre de 1941. Una de las actividades de realce fue el «desfile patriótico» encabezado por los hijos de El Mayor, Herminia e Ignacio E. Agramonte Simoni, que se desplazó por varias calles de la ciudad. La noche del 23 de diciembre, antes de la «Cena Agramontina» en el Gran Hotel, el director del Instituto, Dr. Florencio Carbó López, ponderó las virtudes y las proezas militares del Mayor Ignacio Agramonte.
Otra de las actividades de realce ocurrió el 12 de mayo de 1950, al visitar el Instituto el Dr. Elías Entralgo y Vallina, reconocido profesor de Historia de Cuba del Colegio de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana. Ciertamente, en el contexto nacional y en el Instituto camagüeyano donde sería escuchada su disertación «El centenario de la bandera cubana», devendría su presencia en acto de reafirmación revolucionaria del estudiantado.
Así mismo, sucedería durante el «Desfile Martiano» el 28 de enero de 1953, Año del Centenario del Apóstol. Por cierto, tres días después se realizó el velorio, entierro simbólico y luto por 72 horas; tras conocerse la muerte en La Habana del estudiante Rubén Batista Rubio, quien se hallaba gravemente herido luego de un enfrentamiento con la Policía. Si bien la Policía prometió al director del Instituto Florencio M. Carbó que todo transcurriría sin contratiempos, después de rodear el edificio, los uniformados irrumpieron en el portal y arremetieron a bastonazos y sablazos contra los alumnos. Seguidamente, lanzaron al suelo y pisotearon la Bandera Nacional que cubría el ataúd.[2]
Continuidad de la lucha
Vino luego la designación de Jesús Suárez Gayol para presidir la Asociación de Estudiantes, el 24 de mayo de 1954[3]. Con su mandato la asociación aprobó importantes acuerdos, como el de fecha 21 de diciembre, dirigido a emprender la campaña de repulsa ante el intento de la dictadura por construir el Canal Vía-Cuba; proyecto que cercenaría la soberanía nacional.[4]
Momento de particular significado fue la invitación cursada por Suárez Gayol al Dr. Armando Hart Dávalos, para que viniese a develar el retrato de Abel Santamaría Cuadrado, segundo jefe del Movimiento Revolucionario en 1953. El develamiento tuvo lugar en el salón de sesiones, la noche del 27 de noviembre de 1955.[5]
Por fin se hizo realidad el triunfo Rebelde del primero de enero de 1959. Entre los asuntos debatidos en la Asociación de Estudiantes el 14 de enero de 1959, estuvo la propuesta del integrante de la directiva Rafael Rivero, de invitar al Comandante en Jefe Fidel Castro «para dar un acto en pro de la Reforma Agraria, aquí en el Instituto». Nada, que la juventud revolucionaria pasaba al lado de la Revolución… y seguiría librando combates.
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[1] Manuel R. Silva Zayaz, al lado de Salvador Cisneros Betancourt, emprendió una activa campaña política contra la intervención yanqui en la Isla. A la vez que fue negado a abandonar su cargo en el gobierno en Camagüey al serle solicitado su abandono del mismo por el interventor yanqui.
[2] El 6 de mayo de 1953, el alumno Jesús Manuel Suárez Gayol asumió la secretaría de propaganda de la Asociación de Estudiantes. Al día siguiente invitaba al pueblo, a los trabajadores, estudiantes y a los profesionales, al desfile que ocurriría el día 8, en conmemoración de la muerte del mártir antimperialista Antonio Guiteras Holmes. A par, otro grupo de estudiantes realizaría una peregrinación patriótica hasta el potrero Jimaguayú, donde había caído en combate el Mayor Ignacio Agramonte y Loynaz.
[3] Este combatiente internacionalista cuya primera sangre se vertió en Bolivia mientras integraba el contingente internacional liderado por el Che Guevara, mereció un busto de bronce por el artista camagüeyano Roberto Estrada Alonso, que dejaron develado frente al edificio histórico del Instituto algunos de sus compañeros de luchas, el 30 de julio de 2022.
[4] Fue decisiva la incorporación de Suárez Gayol, Álvaro Morell, Aristónico Reyes Cacho, Elpidio Lezcano Agreda y otros líderes estudiantiles al Movimiento 26 de Julio, en agosto de 1955, lo que fortaleció a la organización estudiantil y elevó a planos superiores el accionar revolucionario por el derrocamiento de la dictadura.
[5] Museo Estudiantil “Jesús Suárez Gayol”: Libro de Actas de la Asociación de Estudiantes del Instituto de Segunda Enseñanza de Camagüey. 1949-1959. Ejemplar único manuscrito. Ídem: Colección de Memorias del Instituto de Segunda Enseñanza de Camagüey. 1864-1927. s/e. Narciso González Moynelo: Instituto de Segunda Enseñanza de Camagüey. Memoria Reglamentaria correspondiente al curso académico de 1926 a 1927. s/e. Entre otras fuentes.