Juan Torres Lasqueti: Agente secreto e historiador principeño

Foto: Archivo OHCC
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La capacidad de los historiadores con sus plumas o la palabra es la de convocar a la memoria, salvar del anonimato aquellos hechos que con el tiempo pueden llegar a desvanecerse.

El Camagüey ha tenido nombres importantes en esa rama del saber humano, reconocido como el historiador primigenio, Tomás Pío Betancourt, escribió Historia de Puerto Príncipe, una obra con limitaciones y aciertos que sirvió para un volumen de mayor alcance por la cantidad de textos, escritos periodísticos y documentos que empleó Juan Torres Lasqueti y tituló acertadamente Colección de datos históricos-geográficos y estadísticos de Puerto Príncipe y su Jurisdicción, de presencia imprescindible en la historiografía camagüeyana -a mi juicio una de las fuentes más empleada por los investigadores-  rareza bibliográfica porque no escribe solo de un pasado lejano, como se hace generalmente, sino también desde su presente.

Publica con su peculio personal en 1888 el libro que contó en la edición original con la carta- prólogo de José Ramón Betancourt, obtiene medalla sobredorada y certificación de buen amigo en la Feria Exposición de 1888, en Puerto Príncipe y para bien de los seguidores de Clío, fue reeditada en el 2016 por la Editorial El Lugareño de la oficina del historiador de la ciudad de Camagüey.

 ¿Quién fue Torres Lasqueti?

Es una pregunta que se impone frente al desconocimiento de su labor fuera del ámbito historiográfico y ante la ausencia de espacios en la ciudad que recuerden su quehacer. Fue un camagüeyano genuino, aunque sus padres provenían de Portugal y Galicia.

Nace el 18 de junio de 1816, culmina sus estudios de Bachiller en Leyes en la Universidad de La Habana el 21 de marzo 1836, de la cual tiene que regresar por las condiciones económicas que atraviesa su familia. Desempeñó en su vida laboral oficios públicos desde 1844, durante ese periodo sobresale como oficial de la Administración de Rentas de Puerto Príncipe e interventor interino de ese organismo, comisario de Fortificaciones, de cárcel Nacional o Presidio de Puerto Príncipe, de Tesorería subalternas, secretario de la Junta Jurisdiccional del Censo de población de 1860, contador por designación del capitán General de la Isla, entre otras responsabilidades que le proporcionaron la oportunidad de acceder a importantes documentos de la región.

El inolvidable camagüeyano

Hombre de competitividades incuestionable según su hoja de servicio que valora su aptitud de sobresaliente, talento muy despejado, conducta irreprensible y de aplicación constante. Virtudes que unido a colaboraciones periódicas y líricas le ganaron prestigio en la ciudad. Fue Venerable maestro de la Logia Tínima número 16 de Puerto Príncipe.

Una faceta poca divulgada de su vida está relacionada con los servicios que prestó como miembro de la red de comunicante y agente secreto de la revolución de 1868 con el seudónimo de Grant, asistencia muy valiosa para los jefes insurrectos en el envío y distribución de las correspondencias, indagaciones militares, avisos oportunos de las operaciones enemigas e informaciones de la zona que conocía muy bien por sus funciones.

Labor compleja dada la militarización que existía en la región, que recibe los primeros auxilios militares españoles contra las fuerzas mambisas el 19 de noviembre de 1868 bajo el mando del Conde de Valmaseda, refuerzos que se incrementaron con el decursar de la guerra, que conllevó a tomar militarmente diversas edificaciones religiosas y bienes incautados a familias insurrectas.

Desde otras aristas

En el estudio de la personalidad, el historiador José Fernando Crespo descubrió la coincidencia histórica de que la morada de Lasqueti durante los últimos años de su vida, posteriormente fue la vivienda del querido historiador Gustavo Sed Nieves.

Pendiente por encontrar el documento de su defunción existen investigadores que, a partir de criterios expuestos por Jorge Juárez Cano, un prestigioso historiador local, que dedicó su vida a preservar la información de acontecimientos, figuras y detalles originales de Camagüey, reunido en el fondo Juárez Cano del Archivo Histórico Provincial, -uno de los más consultados- ubica su muerte el 5 de abril de 1900, mientras otros historiadores reconocidos en la actualidad la sitúan 20 días después, queda pendiente esa compromiso con la historia personal de Torres Lasqueti en la que nos enfrascamos investigadores de la Oficina del Historiador de la ciudad como parte de nuestro trabajo.

¿Cómo honramos los camagüeyanos su legado?

Se preguntará usted al no poder asociar escuela, sitio, monumento o espacio público que lleve su nombre, la respuesta es sencilla, es una deuda que tenemos.

Lamentablemente se dispuso en 1907 el cambio de nombre de la calle San Pablo, arteria céntrica de la ciudad por el de Juan Torres Lasqueti, pero persiste el nombre antiguo en la memoria colectiva de la toponimia urbana. La filial provincial de la unión de historiadores de Cuba, posee un premio que lleva su nombre a la mejor obra editada que revele aportes historiográficos de la región, pero desde mi condición de historiadora percibo que son acciones insuficientes para un hombre y patriota de su tiempo que amó la historia, convirtió el pasado en memoria cultural para el presente, al decir de José Ramón Betancourt «… para estudiar y conocer el carácter de nuestro pueblo, y fuerzas para despejar las sombras de los tiempos y de las pasiones y buscar a través de los mismos las señales del porvenir»

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