Juan Torres Lasqueti. Más allá del oficio de historiador

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Para los seguidores de Clío, el principeño Juan de Jesús Ciriaco Torres Lasqueti constituye uno de los referentes de lectura para hurgar en nuestra historia regional camagüeyana, efectivamente, porque nadie como él hasta esos instante hizo por compendiar minuciosamente los principales acontecimientos históricos del Camagüey hasta rebasar la medianía del siglo XIX, sin dudas, esfuerzo que superaría con creces a su coterráneo que le precediera en el oficio de cronista el Lic. Tomás Pio Betancourt Sánchez-Pereira.

Su interés y la dedicación en torno a los asuntos de la llamada “historia profunda” del Camagüey no le fueron endilgados por nadie, sino más bien su quehacer fue el resultado de un proceso espontáneo de conocimiento autodidacta y empírico que desarrolló mientras reunía la papelería manuscrita y demás documentos con los que a diario tuvo que vérselas el empleado público de la Contaduría y el Ayuntamiento, de seguro, papelería de la que buena parte descansó sobre su escritorio de las oficinas en las que le toco ejercer. Y a no dudarse, alguna mella pudo hacerle a su espíritu los llamados de los arcaicos moldes culturales de la rica región ganadera tildada de conservadora, entre otros, el modo de vida reposado de su gente, el orgullo peculiar de sus mujeres, el voceo principeño, sus tradiciones y costumbres conformadoras del Pueblo Nuevo alejado de Nuevitas, la del Pueblo Viejo

Lasqueti nació en la ciudad de Puerto Príncipe, el 18 de junio del año 1816. Su padre fue el emigrado lusitano Joseph Patricio Torres quien contrajo matrimonio con María Lasqueti, natural de la villa de Galicia, padres de los que no se tienen más datos. Tras vencer los estudios elementales en uno de los colegios de primeras letras para varones, -bien en el Colegio El Siglo en el Colegio Cubano en La Santísima Trinidad, donde desempeñaron sus preceptores un valioso papel en la impartición de Filosofía, Economía Política y Derecho Civil-,su padre obtuvo su matrícula en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo donde obtuvo el título de Bachiller en Leyes, el 21 de marzo de 1836. No conforme con el título se propuso emprender estudios superiores, pero por difíciles escollos familiares por superar, Lasqueti desistió continuar.

No obstante la nada próspera situación económica de sus padres, Lasqueti no desaprovechó la oportunidad presentada de laborar en la capital del país por merecer del Comandante General del Apostadero de La Habana su ascenso a subdelegado de Marina de Puerto Príncipe, el 9 de junio de 1844, al decir de algunos, suponiendo este que la ciudad camagüeyana permanecía aún en la rada de Nuevitas; responsabilidad que desempeñó hasta el 22 de junio de 1844 cuando pasó a ocupar un puesto vacante en la Contaduría del Ejército y Real Hacienda del Departamento del Centro.

Tres años después, el 24 de marzo de 1847, el Gobernador Político- Militar del Departamento lo nombró escribiente 2do de la administración de rentas de Nuevitas, hasta ser designado por el Intendente Lorenzo Hernández de Alba secretario de dicha entidad, el 6 de noviembre de ese año.

Entre otras responsabilidades administrativas, Lasqueti asumió como oficial supernumerario de la Contaduría, desde el 9 de mayo de 1849; comisario de Fortificaciones, desde el 9 de febrero; comisario de la Cárcel Nacional o Presidio de Puerto Príncipe (construcción provisional de cuatro calabozos en el patio del Ayuntamiento junto al Depósito de Cimarrones), a partir del 24 de marzo; comisario de las Tesorerías Subalternas, que asumió en abril; 4to oficial de la Administración de Rentas de Puerto Príncipe, desde el 1ro de enero de 1854; 3er oficial, desde el 12 de enero de 1854; designado por el Teniente Gobernador de Puerto Príncipe Rafael Primo de Rivera, secretario de la Junta Jurisdiccional del Censo de Población, desde el 7 de noviembre de 1860; el 1ro de enero de 1862 instructor del nuevo sistema de contabilidad instaurado en la Isla; interventor del convento de monjas Ursulinas de Puerto Príncipe, desde el 1ro de abril de 1864; y Contador por designación del Capitán General de la Isla.[1]

Posteriormente, tras el retiro laboral y por imperativos económicos, Lasqueti incursionó con poco éxito en la poética viendo publicadas sus cuartetas en periódicos locales. Podría decirse que hasta aquí reunió experiencia y conocimientos valederos como para hacerlo tomar la pluma y emprender la reseña histórica de la tercera ciudad cubana fundada por los colonizadores hispanos, en el siglo XVI.

Empero, su tardía inclinación por la historia regional principeña, –nunca es tarde si la dicha es buena, – debió llevarlo de la mano mientras consultó las actas del cabildo primigenio conservadas entre los estantes de cedro y caoba en el edificio que ocupaba el Ayuntamiento en la calle Mayor. Ciertamente copiosa y valiosísima papelería confundida con algunos de los protocolos notariales pertenecientes al escribano Silvestre de Balboa Troya-Quesada, documentos escritos por el poeta canario en el siglo XVII; a la par se reunían allí los manuscritos de don Diego de Varona; otros del presbítero Matías Boza y Vergara, estos últimos del siglo XVIII; y el archivo documental del ya difunto regidor Tomás Pio Betancourt, correspondiente al siglo XIX. Para él todo importó.

Ciencia aparte, quizás lo menos sabido es que Torres Lasqueti integró la extendida red de agentes o comunicantes creadas a instancias del marqués de Santa Lucía Salvador Cisneros Betancourt, Ignacio Agramonte Loynaz, el maestro Gregorio (Goyo) López García y otros patriotas del silencio, en los días preliminares al pronunciamiento armado en el Paso de las Clavellinas del río Saramaguacán, el 4 de noviembre de 1868.

Labor secreta que libró mientras se desplazó por entre las autoridades civiles y militares poniendo en riesgo su propia vida, como al obtener y transmitir al campo insurrecto informaciones confidenciales obtenidas al comandante general de Puerto Príncipe Ramón Fajardo e Izquierdo mientras el oficial hacía visitas a la morada de las hermanas Pichardo Mola, en la calle San Juan; o al ser detenido junto a otros compañeros bajo amenaza de fusilamiento, en abril de 1870.

Quedaron otras misiones en el mayor silencio. Solo su entereza política, coraje, inteligencia y compartimentación absoluta en el desempeño de sus riesgosas tareas, a más de valerle el seudónimo de Grant, todo imposibilitó su descubrimiento por el espionaje español, la vigilancia e intolerancia extrema del Cuerpo de Voluntarios acuartelado en el hospital San Juan de Dios cercano a su casa, y por el chequeo a civiles de parte dela oficialidad del Estado Mayor del Departamento Militar del Centro, que ocupó la edificación arrendada al capitán de Voluntarios Bernabé Sánchez Adán.[2]

Menos conocido es que el historiador y patriota camagüeyano pasó los últimos días de trabajo en su despacho habilitado la casa marcada con los números modernos 57-59 en la calle Independencia adonde acudían a saludarle amistades para compartir memorias de las luchas pasadas, en la actualidad vivienda haciendo frente a la morada marcada con el nro. 62 donde residió varias décadas el historiador de la ciudad e Hijo Ilustre de Camagüey Gustavo Adolfo Sed Nieves, curiosidad presente en el paisaje histórico urbano de nuestra ciudad, declarada por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Nuestro historiador falleció a la edad de 86 años, el 5 de abril de 1900, en la casa señalada con el nro. 46 antiguo en la calle Candelaria. De allí partió su féretro acompañado de Veteranos de las luchas emancipadoras y pueblo en general hasta el Ayuntamiento para desde aquí marchar hasta el Cementerio General de Puerto Príncipe donde el finado quedaría en reposo final en modesta tumba habilitada a la entrada del recinto, en la calle principal del tramo primero.

Ningún monumento funerario señaló ese sitio donde yace el recuerdo del patriota de recta vida y ejemplar entrega a la lucha por la independencia que se negó a aceptar la presencia yanqui en Cuba.

 

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Foto: Archivo fotográfico OHCC

[1]Archivo Nacional de Cuba (ANC): Fondo: Gobierno Superior Civil. Legajo 1130. Expediente nro. 42972. Debió ser por estos años que Lasqueti comenzó a ordenar sus notas manuscritas con el objetivo de redactar y publicar su texto Colección de datos históricos-geográficos y estadísticos de Puerto Príncipe y su Jurisdicción que publicara la Imprenta El Retiro, en La Habana, en el año 1888. A propósito, la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey en su Colección Esencias, de Ediciones El Lugareño, en el 2016, publicó con prólogo de la MSc. Elda E. Cento Gómez, la Segunda Edición del valioso texto de uno de los más notorios historiadores nuestros. Bien hizo Elda Cento en afirmar que el libro de Torres Lasqueti es una reafirmación crítica de la joven cubanía.

[2]Edificación que formaba dos cuerpos de viviendas con sendas plantas alta y baja y patio central, con una de dos escaleras que se desarrollaba en el zaguán para facilitar el acceso a la segunda planta, situada en la calle Mayor nro. 12, haciendo frente al edificio de la Real Audiencia de Puerto Príncipe. Actualmente en la antigua Comandancia General totalmente rehabilitada se ubica la Casa de la Cultura “Ignacio Agramonte”.

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