Julio, un mes elegido por Guillén

Foto: Cortesía de la autora
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Hace 123 años nació Nicolás Guillén Batista en la ciudad de Camagüey, antes Santa María del Puerto del Príncipe. Toda su obra creadora está destinada a la confirmación de una auténtica poesía cubana de hondo sentido popular. Afincado en nuestro pueblo, hombre de pueblo, concibió por especial merecimiento de su quehacer, la producción de una lírica hecha de procedencia española y africana, como sentenció el investigador Salvador Bueno Menéndez.

También en este mismo mes, julio, 36 años atrás, en la ciudad de La Habana, falleció el devenido Poeta Nacional. En el conjunto de su extensa obra poética y en prosa, el poemario Motivos de son (1930) expresan el alma musical del pueblo cubano, que al poco tiempo, se cantó en todos los lugares del país, con distintas músicas, pues los compositores nativos se dieron en el acto a interpretar los nuevos poemas de Guillén, apuntó el crítico literario y poeta José Antonio Fernández de Castro. Son ocho poemas-son, que le dieron fama en todo el país, muchos amigos y también muchos enemigos. La fonética estaba tomada de la manera de hablar de negros, mulatos y blancos habaneros.

Búcate plata,

Búcate plata,

Poque no doy un paso má;

etoy a arró con galleta

na má

Los Motivos fueron musicalizados por relevantes compositores: Amadeo Roldán, Alejandro García Caturla, Eliseo y Emilio Grenet, conjuntos musicales típicos, como el Sexteto Habanero, entre otros. De ahí la profunda vinculación de música y poesía que es fundamental esencia en la creación guilleneana.

En esta ocasión les presentamos un poema menos apercibido por el público general, que a su vez, es uno de sus bellísimos poemas de amor:

ALTA NIÑA DE CAÑA Y AMAPOLA

Primero fue su rápida cintura,

la órbita de ORO en que viajaba

su cuerpo, el mundo joven de su risa,

la verde, la metálica

naturaleza de sus OJOS.

¿La amé? Nunca se sabe.

Pero en las noches tímidas,

en las nubes perdidas y sonámbulas

y en el aroma del jazmín abierto

como una ESTRELLA fija en la penumbra,

su nombre resonaba.

Un día la distancia

se hizo un largo suspiro.

¡Oh qué terrestre angustia, en un gran golpe

de nieve y lejanía!

¿Sufrí? Nunca se sabe.

Pero en las tardes tristes,

en la insistencia familiar del Ángelus,

a la hora del vuelo taciturno

del BÚHO Y EL MURCIÉLAGO,

como en un sueño simple la veía.

Al fin he aquí que el VIENTO,

he aquí que el VIENTO al fin me la devuelve.

La he tenido en mis brazos, la he besado

en un tibio RELÁMPAGO.

Toqué sus manos lentas,

la FLOR BICÉFALA DEL SENO, EL AGUA

de su lujuria inaugural… Ahora,

oh tú, bienesperada, suave administradora

del FUEGO y de la danza

alta niña de caña y AMAPOLA,

ahora ya sé que sufro y que te amo.

Referencia

Antología De La Poesía Cósmica De Nicolás Guillén. Prólogo de Salvador Bueno Menéndez. Análisis Arquetípico Fredo Arias De La Canal,  Editorial Frente de Afirmación Hispanista, A. C. México, 2001

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