“De Finlay solo hay que enamorarse, con eso puedes quedar motivada a buscar más de su gran obra científica y de su hermosa personalidad”, eso me dijo en el comedor de su casa la MSc. María del Carmen Pontón Guillemí, quien dedicó 39 años de su vida profesional a la educación ciudadana, desde la Oficina del Historiador (OHCC); y la última década, a dirigir la Casa Natal de Carlos J. Finlay, una de las instituciones socioculturales adjuntas a la OHCC.
De frente al cuadro “El Ulises”, del artista Joel Jover, la imagen nos invita a recorrer un camino difícil, como el héroe griego. Así de ardua describe su labor por la Casa Natal del científico camagüeyano, como directora por 9 años, al querer rectificar errores que aún persisten cuando dicen su nombre y divulgar muchos de sus aportes científicos; que sin dudas, van más allá del descubrimiento del mosquito como vector transmisor de enfermedades.
Mary Pontón, como le llamamos desde el cariño sus compañeros, define su paso por la institución como un gran reto; aunque es licenciada en Historia, su labor anterior estaba ligada a la Sociología. Dice que su reencuentro con Finlay la llevó a sus raíces de historiadora, la motivó a investigar y a plantearse diversas maneras creativas de sacar a la luz la magna obra de Carlos J. como epidemiólogo, y como el ser humano especial que fue.
Así, con café de por medio, conversamos toda la mañana sobre su tema favorito, el científico Carlos J. Finlay, al que dedicó muchos años de investigación.
Figura controversial
La figura del científico camagüeyano está marcada por acontecimientos y azares, que lo alejan de lo cotidiano. La vida de Juan Carlos Finlay Barrés, fue sin dudas una eterna porfía: desde su lugar de nacimiento, su propio nombre, escepticismo con su descubrimiento ante la Academia de Ciencias de La Habana, el no otorgamiento del Premio Nobel para el que fue nominado en siete ocasiones, son algunas de esas.
Comenta Mary, con mucha sabiduría gracias a sus años de investigación,que también lasincomprensiones y controversias ante sus múltiples propuestas, el robo de sus teorías, desde el doctor Melero hasta Walter Reed y la Comisión Norteamericana; conforman la lista de contradicciones que se tejieron alrededor de su persona, intentando opacar su brillo.
Otra artista que ha marcado la polémica en torno a Finlay, es la ubicación de su casa natal. Ella no tiene dudas que es la vivienda ubicada en Cristo # 5 (número actual), entre Pamela Fernández y Lugareño. Pero este hecho entra en controversia con la existencia de una placa en el Callejón de Finlay, entre República y Lope Recio,sitio que también se relaciona con este acontecimiento.
Su casa natal fue corroborada en una nota de la prensa de la época, que anunciaba el establecimiento del padre de Finlay, Doctor Edward Finlay Wilson, ejerciendo como médico en esa dirección (Cristo no. 5); casa que tenía entonces el número 2214.
Una investigación realizada por el historiador Gustavo Sed Nieves y avalada por una Comisión, publicada el 2 de diciembre de 1979 en el periódico Adelante en un escrito titulado “¿Dónde nació Finlay?”, avala la autenticidad del inmueble.
Otros aportes como epidemiólogo
Mary sigue insistiendo en la versatilidad del querido científico camagüeyano, quien fueun excelente oftalmólogo, aunque su labor mas conocida es en el campo de la epidemiología.
Podemos apreciarlo al leer su trabajo publicado en la Academia de Ciencias Cubana en 1873: “Transmisión del cólera por medio de las aguas corrientes cargadas de principios específicos”, a partir de su experiencia en observaciones centradas en la Zanja Real que atraviesa el barrio del Cerro; sitio en el que vivía por aquel entonces, y donde existía una gran cantidad de enfermos de cólera.
En pleno ejercicio profesional presenta ante la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana, su trabajo “Memoria sobre la etiología de la fiebre amarilla”.
Sobre el tratamiento quirúrgico del cáncer, Finlay también ofrece sus apreciaciones en 1875. En ese mismo año y como parte de su especialidad (la Oftalmología), muestra elestudio “Consideraciones generales sobre la extracción de cataratas y descripción de un nuevo método operatorio”.
Por otra parte, en sus investigaciones epidemiológicas podemos encontrar las referencias a la lepra en 1880, mientras que, en 1881, presenta “Notas acerca de la Filaria Hemática en los animales y en el Hombre”. Sin dudas un hombre de Ciencias, aunque su mayor trascendencia, sin dudas, resultó la teoría sobre el mosquito como agente transmisor de la fiebre amarilla.
Jota con punto
Si un error sigue plagando los medios de comunicación, es sin dudas la tendencia al nombrar al científico camagüeyano, como Carlos Juan Finlay,cuando lo correcto es decir Carlos J. Finlay. Cada vez que se repite el equívoco, en casa o en la oficina, todos decimos: “si Mary Pontón lo escuchó, debe estar muy molesta”.
Para aclarar una vez más el porqué de su firma así, lo que acarrea la confusión de muchos, ella lo resume de esta manera: “Finlay adoptó como inicial media la J. en sus últimos años, hacia 1893, para evitar así confusiones con la firma de su hijo Carlos Eduardo, cuando este empezó a ejercer la medicina y firmaban las recetas de manera parecida a su padre.”
Por tanto, e insiste en divulgarlo:“Es Carlos J. Finlay, J con punto, no Juan. De lo contrario, no estamos hablando de la misma persona, si cambiamos su nombre ya no sería nuestro querido doctor camagüeyano.”
Para el cierre
Y una nota de cierre no puede faltar en la pasión que, aún jubilada, Mary sigue teniendo por Finlay. Para su familia y amigos, ella es considerada la hija adoptiva del científico, por eso le duele mucho saber que fue nominado 7 veces a los premios Nobel y nunca recibió tan merecida distinción.
Va terminando nuestra conversación del tema infinito, de tanto amor por la Casa Natal donde dirigió varios años y volvemos al Ulises… me encanta este cuadro porque trata de la perseverancia de ese guerrero, que, como Finlay, luchó contra muchos obstáculos,pero siempre llevó el honor a su tierra querida.