Gilda Hortensia Zaldívar Freyre: su mayor virtud, además de dedicar su vida entera al ballet, fue dar los primeros pasos para instaurar en el Camagüey, la enseñanza de esta manifestación artística tan importante para la cultura local y cubana.
Primeros pasos
La historia del ballet camagüeyano está llena de grandes personalidades que han dedicado su vida entera al desarrollo de esta manifestación artística. De la figura que hoy nos ocupa, su mayor virtud, además de dedicar su existencia al ballet, fue dar los primeros pasos para instaurar en la ciudad la enseñanza de esta manifestación tan importante para la cultura camagüeyana.
Gilda Hortensia Zaldívar Freyre nació el 23 de julio de 1917, en una casona del reparto La Vigía, específicamente ubicada en la Avenida de los Mártires con número 372. Era la más pequeña de cinco hijos, tres hembras y dos varones.
Su familia tenía buena solvencia económica gracias a la cantidad de tierras que pertenecían Don Oscar Nicolás Zaldívar, el padre de familia. Por otra parte, era notable la cultura familiar en la que creció la pequeña Gilda, pues contaban con una de las bibliotecas más completas de la ciudad y su madre, Oliva Freyre y Cisneros, destacaba como una maravillosa pianista y siempre se interesó por desarrollar en Gilda y sus hermanos la inquietud por el arte en general.
Cuentan algunas de las amistades de la familia como el Dr. Luis Martínez y la vecina Flora Basulto de Montoya que Gilda desde muy pequeña se hacía notable por su inteligencia y solía verse corretear por el majestuoso patio de la casona como si danzara, incluso intentando ponerse de puntillas.
Su hermana Olivia y Julio Antonio Mella…
Cuando Gilda era muy pequeña toda la familia se traslada a la Habana debido al trabajo del padre. Es entonces cuando Olivia, una de sus hermanas, comienza a estudiar en la Universidad de la Habana Derecho y se enamora de Julio Antonio Mella. Se une a él en matrimonio y en el plano de la lucha revolucionaria.
Por este tema también trasciende la historia de esta familia pues Olivia no se limitó en ningún aspecto para apoyar a su esposo. La mayoría de los familiares no estuvieron de acuerdo con dicha unión; argumentaban que Mella por sus actividades revolucionarias no sería bueno para la vida de Olivia.
En 1925 la familia regresa a Camagüey, menos Olivia que acompaña a su esposo a México. Con el pasar del tiempo Olivia vuelve junto a su bebé de nueve meses de nacida y se queda con la familia hasta luego de la muerte de su esposo en aquel país. A la caída del gobierno de Machado, Olivia por toda su labor revolucionaria es enviada como agregada cubana en la Embajada de Alemania y Gilda viaja con ella.
En 1934 se trasladan ambas a Oslo, Noruega, donde Olivia tenía tareas inherentes a su trabajo diplomático y Gilda comienza a dar sus primeros sus estudios del ballet.
Un debut trastornador
Sus primeras clases las recibe con Love Krohn, discípula de la famosa bailarina rusa de los primeros años del siglo XX Anna Pávlova. Durante algunos años viaja a varias ciudades como Viena, Ámsterdam, París y Roma lo que fomenta su ya amplia cultura y le permite desarrollar grandes habilidades para los idiomas.
Uno de los hechos más importantes de esta época de la vida de Gilda fue cuando bailó vestida con la bata cubana una “rumba estilizada” para los reyes del país noruego, haciendo gala de los ritmos cubanos.
Gilda regresa en 1935 a Camagüey y realiza su debut en el Teatro Principal el 5 de diciembre de este propio año, acompañada por la orquesta “Yemayá”, de Jorge González Allué.
Es entonces que en 1936, Gilda inspirada por su espíritu creador y su gran vocación por la danza funda la primera Academia de Ballet de Camagüey y única de su tipo en el interior del país.
El local en el que radica esta escuela fue su propio hogar. Estuvo acompañada por el pianista Felo Bergaza, pianista de la ya citada orquesta “Yemayá”.
La academia impar
La academia comienza a funcionar con niñas de las más altas clases sociales. Para aquellos momentos el alcance de la enseñanza artística era difícil que llegara a los sectores pobres de la sociedad, aunque algunas integrantes como Vicentina de la Torre lograron el acceso a ella a pesar de contar con bajos recursos económicos. El periódico “El Camagüeyano” elogiaría el debut de Gilda Zaldívar y su conjunto de alumnas que hicieron la presentación por primera vez en un magnífico recital de bailes “clásicos” en el Teatro Principal el 7 de diciembre 1937, por un precio de entrada de 50 centavos la luneta.
Todos los años a finales del mes de julio, como cierre del curso de la academia, presentaba funciones en el Teatro Principal, incrementando poco a poco su alumnado. Así surgió la necesidad de trasladar la escuela de ballet para un local más amplio.
Primero estuvo ubicado en la calle Independencia y luego en San Esteban entre República y López Recio.
Como hecho distintivo, en dicha academia, además de las clases de ballet clásico se impartieron clases de bailes de salón, tap-dance, gimnasia sueca con ejercicios para señoras y niños, y una sección de gimnasia para caballeros bajo la dirección del bailarín cienfueguero René Rodríguez Mondéjar.
Tanto la escuela, la compañía y Gilda como su cabecilla no lograron separarse de las labores políticas y sociales. En 1937 fue Vicesecretaria de actas de la delegación camagüeyana de la Asociación del Niño Español. Organizó toda clase de labor de propaganda con el fin de obtener apoyo moral y material para los niños españoles cuyas vidas y sueños destrozaba la terrible guerra desatada por los enemigos internos del Frente Popular y la invasión italogermana.
Contribuyó con dinero para que los estudiantes pudiesen desarrollar actos patrióticos y de protesta contra la nueva tiranía gobernante del país y cuya figura cimera era Fulgencio Batista.
El desfallecer
Su salud se comienza a deteriorar en la década del ‘40, por lo que intenta dejar de bailar y marcharse a la Habana para estudiar Ingeniería Agrónoma. Solo pasaron dos años para que se retractara y decidiera regresar a su ciudad y su gran pasión. Desde este momento la vida de Gilda se comenzó a apagar, aun en la flor de su juventud y quehacer danzario.
Uno de los hechos más bruscos de esta época de su vida acaeció cuando, vestida de lamé amarillo, interpretó con fuerza apasionada El Pájaro de Fuego de Stravinski en el Teatro Principal. En medio de la presentación le ocurrió un repentino desmayo y cayó desfallecida en el escenario.
A fines de abril de 1951 su salud se agravaba lentamente y pidió a sus familiares ser amortajada con su traje de La muerte del cisne, para que este su ballet la acompañara hacia la otra vida. Murió de cáncer el 2 de mayo de 1951. Como tributo a su memoria, solo existe una tarja colocada en la casa donde vivió y radicó su escuela.
La crítica especializada de la época clasificó el estilo de Gilda como “ballet acrobático”, pues su técnica majestuosa la hacía resaltar entre sus pares. Su amplia cultura, que iba más allá de su talento para el ballet, la coloca como una figura determinante para la historia y la cultura camagüeyana.
Hoy, a setenta años de su desaparición física, es meritorio recordar y enaltecer a la iniciadora del ballet en Camagüey, esa que logró sentar bases pétreas para el futuro del mismo.
Bibliografía
- Cepero Estrada, L. (2014). Memorias del Ballet de Camagüey. Editorial Ácana. Camagüey. Cuba.
- Gomez Portelles, E. (2021). Gilda Zaldívar: una vida dedicada al ballet. Recuperado el 28/4/2020 de https://www.elcamaguey.org
- Pagés Abeleira, E. (2019). Apuntes biográficos sobre el ballet en Camagüey. (Trabajo de Diploma). Departamento de Arte Danzario. ISA. Camagüey.