La insurrección del Camagüey con Agüero y las mujeres

Foto: Archivo OHCC
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Las mujeres en la vanguardia patriótica

De larga data en los trajines conspirativos de Rayos y Soles de Bolívar por la independencia de la Mayor de las Antillas fue el alcalde ordinario Lic. Manuel de Jesús Arango y Ramírez. Su esposa fue Ana Isabel Agüero y Perdomo, a resultas, la hermana de la esposa de Joaquín de Agüero y Agüero, Ana Josefa Agüero y Perdomo; por cierto, de cuya madre de ambas procedía el segundo conde de Villamar Hernández Perdomo, a quien seguía en parentesco Francisco Perdomo y Batista, uno de los primeros caídos por la libertad cubana, en San Francisco del Jucaral, el 4 de julio de 1851.

Era hermano de Manuel de Jesús Arango, José Agustín Arango y Ramírez, que viajara hasta Bolívar para solicitarle apoyo a la independencia cubana en tanto combatiría en tierras venezolanas bajo sus órdenes.

De todo eso sabían las madres y esposas de los Arango, y como otras madres y esposas de patriotas que conspiraban en la Sociedad Libertadora de Puerto Príncipe, creada en 1849, estaban siendo vigiladas por las autoridades españolas. Poco antes, exactamente en 1847, en el edificio que ocupara El Liceo en la Plaza de Armas, varios de sus jóvenes integrantes desataron una refriega contra la soldadesca y agentes policiales españoles.

Los apellidos sobresaldrían en el acto: Agüero, Mora, Recio, Cisneros, Arango… La alarma llegó a sus casas y en ellas, conocidos los sucesos, fueron amparados por madres, esposas y demás féminas, en entorno de 14 Agüero.

A propósito, hallándose Joaquín de Agüero en Nuevitas y luego en el poblado de Guáimaro, mientras realizaba labor de agitación revolucionaria entre conocidos e identificados con sus ideas libertarias, las autoridades coloniales sometieron a igual proceder de vigilancia a esposas y demás mujeres que prestaran su apoyo a Agüero y sus seguidores. Luego vino el alzamiento en armas y la Declaración de independencia, el 4 de julio de 1851.

Ana Josefa Agüero y Perdomo

Tuvo más seguidoras esta principeña esposa de Joaquín de Agüero, quien estuviera entre los fundadores de la Sociedad Libertadora de Puerto Príncipe y capitaneara la insurrección anticolonial en julio de 1851.

Al compromiso amoroso no podía fallar el patriótico de acompañar desde sus pasos preliminares por la libertad cubana. Y lo más importante, valiente mujer, no hay dudas de que lo era, sería capaz de atraer a un sinnúmero de féminas para los mismos presupuestos políticos y fines de la insurrección.

En sus cartas a Agüero, ya alzado en armas, se advierte la comprensión de sus objetivos de lucha y a apoyarle en el «ardiente deseo de libertad a su patria». Para más, llegaría a expresarle: «quién tuviera la dicha de hallarse allí en ese momento supremo! Con cuánto placer estrecharía entre mis manos la de cada uno de esos caudillos, ¡con cuánto amor lo estrecharía a usted contra mi corazón diciéndole: ¡hasta cantar la victoria en la tierra o hasta gozar de la gloria en el cielo!»[1]

A la par, en la misiva escrita por ella el 2 de julio de ese año, le anuncia a su “soldado” lo relativo a la «bandera de nuestra patria (…) que con un placer indecible la proyecté y la trabajé ayer». Lo que significaba el compromiso mayor por la patria. Es decir, Ana Josefa no estaba por detrás de Agüero ni con mérito secundario ante la historia, sino ocupando un puesto en la vanguardia del proyecto insurreccional libertario de su esposo.

Cabe recordarse que, en la Junta Revolucionaria efectuada en Las Tunas, con fecha 13 de junio, estando presentes todos los implicados de esa región, alguien arguyó que la esposa de Franklin, seudónimo de Agüero, que la esposa de este y demás mujeres del Camagüey hacían un ofrecimiento de 5 mil pesos para el estallido de la insurrección. De modo que se contaba para dar inicio a la insurrección con esa suma, respetable, y algunas armas.[2]

De seguro por ese y otros motivos políticos estaba siendo chequeada su casa por las autoridades españolas al saberse que por esa fecha esa morada estaba siendo muy frecuentada por varias muchachas de la localidad. No perdían el tiempo: confeccionaban escarapelas cubanas para llevar en los hombros o al cuello de las camisas, vendas para auxiliar a heridos y la bandera tricolor con triangulo y estrella que debía enarbolar Agüero.

Por demás, la prima de los esposos, la joven romántica Martina Pierra y Agüero, improvisó y firmó un soneto para recitarse al poner en manos de caudillo la bandera de la patria. Lo que se malograría debido a la captura por un piquete español de su primo Joaquín de Agüero y Sánchez-Pereira, por lanzarse al campo de la insurrección antes de lo previsto.

Cabe destacar que la bandera cubana confeccionada por Ana Josefa Agüero permaneció oculta para su traslado posterior a su esposo en una de las iglesias del Camagüey y donde debían congregarse decenas de mujeres devotas familiares de los complotados para «pedirle al Todo Poderoso que trasmita al corazón de todo cubano un ardiente deseo de libertar a su patria y que al mismo tiempo les dé valor y virtudes para que lo consigan».[3]

De modo que las mujeres, desafiando a los envalentonados militares españoles con órdenes que abortar de forma violenta cualquier indicio de insurrección, tuvieron valor para responder a la convocatoria de Ana Josefa.

Por todo, no faltó razón al prelado Antonio María Claret cuando en carta al capitán general de Cuba José Gutiérrez de la Concha le expresara: «[…] esta insurrección (…) ha sido más obra de las mujeres que de los hombres».[4]

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[1] Rivas Agüero, Miguel: Joaquín de Agüero y sus compañeros. 1851-1951. Editorial LEX, La Habana, 1951, pp. 147-149.

[2] Archivo Nacional de Cuba: Fondo Asuntos Políticos, legajo 217, nro. 6, folios 1 y 5. Por supuesto, la suma era el fruto de las ventas de joyas y otras prendas femeninas dispuestas para consumar los planes.

[3] Rivas Agüero, Miguel: Joaquín de Agüero y sus compañeros. 1851-1951. Ob. cit., p. 147.

[4] Cento Gómez, Elda E.: El camino de la independencia. Joaquín de Agüero y el alzamiento de San Francisco de Jucaral. Editorial Ácana, 2003, p. 103.

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