La obra de Martha Jiménez se esparce en los espacios de esta ciudad patrimonial. Llegan en forma de escultura y se esbozan primero como los pensamientos, creencias y vivencias personales; para luego dejar de ser imaginación, íntimo, suyo…
Y así van las piezas de quien fue reconocida con la Medalla de Oro Mayte Spínola; le hablan al mundo de quiénes somos los camagüeyanos y la presentan como una de las artistas más queridas en la urbe agramontina.
Por eso, en uno de los lugares más importantes de Camagüey está un trabajo que llenó de dicha su carrera artística: un conjunto escultórico conformado por tres monjes, los cuales sirven de homenaje permanente a la Orden Hospitalaria San Juan de Dios y a José Olallo Valdés, un hombre que consagró su vida a servir a los enfermos.
En ellos está la base sólida de una investigación en la cual fue imprescindible recrear con certeza las características de la época y el sentido humanista de quienes se dedicaron a curar enfermos y a servir a los más necesitados.
“Todo mi trabajo en la escultura lo he realizado a través de los arquitectos. En este caso se acercó Wilfredo Rodríguez, quien me propuso participar en un proyecto que debía defender en La Habana, pero tributaría a la concepción del Hotel San Juan de Dios, adjunto al antiguo convento hospital de Nuestra Señora de la Asunción de la villa de Puerto Príncipe, de 1728. Me pidió un boceto de un monje, y con la premura que requería, le proyecté el pedido”, cuenta Martha.
Otros dos monjes acompañaron la idea. El análisis del espacio y el valor histórico que posee la Orden ayudaron a Martha con los argumentos de su propuesta. “Pasado un tiempo se aprobó el proyecto escultórico y empecé a hacer el modelado, y luego, la caracterización de cada uno. El proceso fue muy interesante y fuerte”.
“Se decidió hacerlo en bronce y cuando llegó aquí me emocioné porque realmente fue mágico”, describe la artista con mucha satisfacción la labor de los talleres de fundición de la Fundación Caguayo.
Martha Jiménez ha recibido muchas muestras de cariño y opiniones positivas por parte de la Iglesia Católica y el pueblo, mayor reconocimiento para la creadora. Para ella resultan de gran importancia, sobre todo en una urbe con un componente religioso que también parte de su historia cultural.