La vacunación: imponderable para Carlos J. Finlay

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Por: MSc María del Carmen Pontón Guillemí

La trascendencia del gran descubrimiento de Carlos J. Finlay sobre el agente transmisor de la fiebre amarilla, provoca en no pocas oportunidades de manera injusta que se desconozcan importantes aristas de sus otros aportes.

Fueron frecuentes los escritos sobre patología y terapéutica, donde se adelantó a las concepciones de su tiempo; sobre la filaria y el cólera; pero también asombran sus trabajos sobre temas tan diversos como la física, el ajedrez, las altas matemáticas, la química y la cosmología.

Con visión universal pero no desarraigado de los problemas inherentes a la condiciones médico-sanitarias imperantes en el país en 1868  envía una carta al Diario de La Marina donde expresa los resultados del censo en La Habana  que le permitió establecer la relación entre la epidemia del cólera y el abastecimiento del agua, denunciando la irresponsabilidad de las autoridades sanitarias españolas y su incapacidad de proteger a la población; vetándose su publicación aun cuando contenía una propuesta de medidas para atemperar los desastrosos efectos de la epidemia del cólera.

Ardua labor

Trabaja también profilácticamente en una propuesta de vacunación contra la fiebre amarilla previendo el desembarco de los insurrectos para preservarlos de ese mal.

Fue designado Jefe de Sanidad en Cuba, el 20 de mayo el 1902 y del Departamento de Sanidad Municipal de la Habana, a propuesta del doctor Diego Tamayo, secretario de gobernación, cargos que desempeñó hasta 1909.

Durante este mandato creó la Escuela Cubana de Higienistas de principios del siglo XX, lo que hizo posible organizar la salud pública cubana hasta elevarla a categoría ministerial en 1909, para ser Cuba el primer país en lograrlo.

Instituyó varios decretos, leyes, órdenes, circulares y disposiciones que suman más de cien, desempeñando enérgicas acciones en la educación sanitaria que consiguieron disminuir los índices de morbilidad combatiendo las epidemias, prestando especial atención al problema de la niñez y a propagar la vacunación preventiva gratuita, exigiéndolo a “los señores médicos” de los servicios sanitarios municipales.

Estudió el problema del tétanos infantil con una intuición científica admirable, logrando reducir el 56 % de la mortalidad entre los años 1902 y 1910.

Su visión más allá del tiempo

Hoy el mundo atraviesa una pandemia a prueba de fuego, los científicos cubanos se han trazado y cumplido como meta conquistar y vencer la enfermedad para librar a la humanidad de este flagelo. Abdala y Soberana 02 se yerguen camino a cumplir este propósito.

Camagüey, sede del ensayo clínico pediátrico con Soberana 02 se inspira para su exitoso resultado en la figura de Carlos J. Finlay, hombre de temple, de fe en la ciencia, con convicciones arraigadas y profundas. De virtud y sabiduría, perseverancia y tenacidad.

De corazón firme, que jamás se rindió ante el combate para responder con fuerza la verdad, de manera paciente y persuasiva.

Igual responderá “El Camagüey”, ¡bienvenidas Abdala y Soberana! sin dudas estamos preparados.

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