La Vocacional de mis amores: Aniversario 48

Foto: Cortesía de la autora
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Sonó el último Din -Don y todos salimos a la Plaza de las Banderas, era nuestro último día en la gran escuela, día de la graduación de bachilleres. Algunas fotos guardan esos recuerdos imborrables.

Luego partimos a labrar nuestros futuros profesionales. Algunos seguimos en contacto, otros menos, pero el cariño y la hermandad que sembraron aquellos tres años felices, quedaron para siempre.

La amistad permaneció intacta, dejó latente la promesa de volver a encontrarnos y compartir muchos de los sueños con que salimos a los 18 años y que hoy, a la vuelta de 33 calendarios, están en su mayoría cumplidos.

Así nos convertimos en médicos, veterinarios, arquitectos, ingenieros, maestros, emprendedores, licenciados en farmacia, economistas, periodistas, en fin… todos personas de bien y útiles a la sociedad donde nos encontramos.

La primera reunión 32 años después de graduados

Desde el primer contacto virtual nos reconocimos iguales, con años de más, pero esencias intactas. Al instante los chistes se reanudaron, los recuerdos, la curiosidad y el orgullo por mostrar nuestras familias; una semana de largas charlas y risas, nos devolvieron la juventud y emociones dormidas.

Pero a los cubanos nos encanta el contacto físico, así que Adita con su alto poder de convocatoria, desde su podio en Nuevitas, invitó a un encuentro de sábado para los que aún vivimos en la ciudad; los de otras provincias y los residentes en otros países, con la nostalgia de no poder abrazarnos en persona, lo hicieron desde el corazón.

Como quien cuenta esta historia de amores tiene trabajo en la radio todos los sábados, era necesario hacer el encuentro cerca de los predios radiales, por eso sugerí el café del Hostal Santa María: sitio agradable, rodeado de tinajonesy punto medio para la mayoría.

Al fin juntos

Al llegar y no encontrarlos llamé a la coordinadora: estaban en la esquina. Entraron en masa y comenzaron los besos y abrazos.

Sólo dos varones pudieron llegar, Raúl y Boris. De las chicas Adys, Yanetza, Arlys con Tomasito, Mayrelis con Tere, Maryolis con su niña, Leslitania (que llegó algo retrasada como siempre) y la cronista.

Todos queríamos hablar a la vez, irrumpimos en la tranquilidad del lugar con nuestras risas estruendosas, mientras corrían las horas, que se nos fueron al vuelo.

En la memoria los profesores José Pérez, Riverón, La Ginia, Normando, Valdivia, Jorgito, entre muchos otros; pues fueron los responsables de enseñarnos tanto para la vida, mientras cuestionaron con añoranza las travesuras.

Sí, porque esta no es una más entre las diversas escuelas que transitamos. Para quienes vivimos allí nuestra adolescencia, su huella caló hondo en cada uno y dejó un código mágico que abre muchas puertas y guarda el olor de cada albergue, la luz de cada pasillo y la alegría de cada bailable.

Las hijas de nuestras amigas fueron las fotógrafas, mientras Tomasito buscó al camarero para ordenar café.

En línea, a través del móvil, Tony, La Flaca, Leonor, Jaqueline, Lesyani, Ovani, Iroel y Ricardo querían participar; pero la conexión y el ruido estaban imposibles. Con toda esa energía se fueron más de tres horas, nadie quería salir de primero, pero cada quien debía retomar sus quehaceres.

Una foto pendiente

Mis amigas inseparables de esa época, quienes cuidaron las migrañas insistentes de la adolescencia que padecía, hoy convertidas en doctoras con segundas especialidades y profesoras, (Yanetza y Arlyz) recordaron una promesa pospuesta: en duodécimo grado nos hicimos una foto juntas con uniforme y debíamos repetirla 20 año después.

La espera se prolongó un poco más, pero finalmente y con la añoranza de Mabel, que no pudo llegar al estudio fotográfico El Pincel para la primera instantánea, bajo la colaboración de todos repetimos la foto ¡Qué linda experiencia poder comparar que, a la vuelta de tres décadas, seguimos con el cariño intacto!, el mismo que para el resto de los hermanos del grupo 136.

De los recuerdos

Ya hace un año del reencuentro y queda pendiente el próximo, en el que celebraremos el aniversario 48 de la fundación de la gran escuela, inaugurada por Fidel mucho antes de nuestro paso. La etapa de  nuestro bachillerato fue en los 15 de la institución (entre 1988-1991)

Hoy seguimos en contacto por teléfono o WhatsApp, los recuerdos siempre salen a la luz con nuevas historias, continuamos llamándonos “muchachitas y muchachos”. Ante al enfermedad de uno, los más de 7 doctores de esta gran familia nos atienden, los maestros dan sugerencias, los ingenieros sugieren cambios y el éxito de unos es felicidad de todos.

Porque como ya les dije al inicio, esa gran escuela, la Vocacional Máximo Gómez de Camagüey, ha marcado la vida de varias generaciones de estudiantes, no importa que vivan en Cuba o el extranjero, siempre dicen con orgullo: “soy de la Vocacional”.   En lo personal, allí aprendí la importancia de superarme, de ser mejor persona y, sobre todo, de mantener viva la promesa que con el último Din-Don asumimos: mantener siempre viva la amistad.

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