Las mujeres cubanas y sus derechos en la República dependiente

Foto: Tomada de Internet
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Por: Ricardo Muñoz Gutiérrez

En las páginas de la historia de Cuba, en específico de la lucha del pueblo por la independencia de España y las manifestaciones artísticas y literarias del siglo XIX, ocupa un lugar importante la mujer cubana.

Canducha, la abanderada en octubre del 68 en Bayamo oAna Betancourt con las palabras emancipadoras el 14 de abril de 1869, en un mitin en Guáimaro:

“Ciudadanos: la mujer en el rincón oscuro y tranquilo del hogar esperaba paciente y resignada esta hora hermosa, en que una revolución nueva rompe su yugo y le desata las alas.

Ciudadanos: aquí todo era esclavo; la cuna, el color, el sexo. Vosotros queréis destruir la esclavitud de la cuna peleando hasta morir. Habéis destruido la esclavitud del color emancipando al siervo. Llegó el momento de libertar a la mujer”.

Mariana Grajales empinando al hijo para el combate o Lucía Íñiguez, negando al posible hijo que se entrega y queriendo al que perece en el combate.

Los cientos de mujeres que se fueron al monte, a vivir libres, a servir en un hospital, a afrontar el peligro de ser capturada por una fuerza enemiga antes que vivir en las poblaciones bajo la bandera española; y cuando muchas quedaron en esas condiciones, sirvieron como apoyo logístico o en los servicios de inteligencia.

Las que perdieron esposos, padres, hijos y tuvieron que salir al exterior dejando las propiedades familiares confiscadas por el poder colonial; y vivieron del trabajo personal en el exilio.

Cuanto heroísmo no fue tenido en cuenta por la mayoría de los constituyentes de 1901, al no concederles el merecido derecho al voto en la Constitución con que se inauguró la República en mayo de 1902. Es verdad que en esa fecha no era una exigencia prioritaria ni en los países más democrático.

Primer Congreso Nacional de Mujeres

También en las primeras décadas del siglo XX la mujer cubana evidenció sus cualidades: se destacaron como médicas, juristas, escritoras, luchadoras sociales y revolucionarias; varios acontecimientos demuestran la lucha por sus derechos “naturales”. Ahí están las asociaciones femeninas y el Primer Congreso Nacional de Mujeres en abril de 1913, que se pronunció por el derecho al voto, por la protección del trabajo de la mujer, tanto material como moralmente, y la eliminación de la discriminación; por reformar la enseñanza general, así como por el cumplimiento de las leyes vigentes de protección a la infancia.

El 15 de enero de 1934, el coronel jefe del Ejército Nacional Fulgencio Batista, da un golpe de Estado, con el visto bueno del embajador norteamericano, e impone como presidente del gobierno al coronel del Ejército Libertador Carlos Mendieta. Este gobierno, conocido como gobierno Mendieta-Caffery-Batita (Jefferson Caffery era el embajador de los estados Unidos), el 3 de febrero de 1934dicta una ley constitucional que sustituía a la Constitución de 1901. El Artículo 39 de esta, concedió el derecho de la mujer al voto. Este derecho era una de las aspiraciones del movimiento revolucionario que derrocó a Machado, y su reconocimiento fue un gesto para ganar simpatías ante el pueblo.

Las féminas lo ejercen por primera vez el 8 de septiembre de 1935, en las elecciones “primarias” para elegir a los delegados de barrios, que constituirían las asambleas municipales de los partidos para la próxima contienda electoral.

En el articulado de la Constitución de 1940, se reconoció la igualdad de todos los ciudadanos sin discriminación por sexo, color de la piel u otras justificaciones, el derecho universal al trabajo de todos los ciudadanos sin distinción, el pago de igual salario a igual trabajo y, la protección de la maternidad obrera a todas las trabajadoras sin distinción de empleadores.

Aunque para la materialización o cumplimiento de estos postulados se necesitaba la voluntad política que solo existió después de enero de 1959, los derechos de las mujeres cubanas, plasmados en la Constitución de 1940, significó el reconocimiento   de varios de los derechos por lo que había luchado el movimiento progresista y revolucionario cubano y, en especial, las mujeres.

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