Lluvias intensas en Camagüey: el temporal de junio cambió nuestros ánimos

Foto: Rodolfo Blanco Cué
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Ya en 1923 un poema de Nicolás Guillén describe el temporal de junio y se refería con preocupación al río Hatibonico, pues como decía: “sus aguas…ya mujan desbordadas y amenazadoras.”

Así lo recordé este viernes 9 de junio, justo el día en que la Ciudad de los Tinajones pasó a llamarse oficialmente, hace 120 años, Camagüey. Los ríos y afluentes que presenciaron el nacimiento de esta tierra, se desbordaron con fuerza sobre la ciudad y lo que para algunos fue bendición, después de vivir una intensa sequía, para otros fue un triste panorama.

Al menos lo pude constatar al ver las imágenes que, captadas por diversas lentes, reflejaron una ciudad semi sumergida. Desde el día primero del mes ha llovido con fuerza, los suelos saturados de humedad reflejaron su máxima expresión al salirse de su cauce ríos y arroyos. El estadio, el puente de Triana, el Casino Campestre, las avenidas de la Caridad y Saratoga anegadas en agua y sus moradores tratando de llegar o salir, para poner a buen recaudo sus bienes, me dejó una gran tristeza.

Una historia me trajo la lluvia

Comentando entre colegas sobre tan altos niveles de precipitaciones, que según los meteorólogos sobrepasó los 140 milímetros en la ciudad cabecera, llevando a los pobladores de zonas bajas a abandonar sus viviendas, al ser evacuados por autoridades gubernamentales.

Con algo de timidez un colega me cuenta su travesía de ayer para llegar a su hogar. Resulta que este joven, al terminar su jornada en la radio, sirviendo con su voz para informar a los oyentes, intentó regresar a casa, para ello debía atravesar la zona de la Caridad, sabía de la crecida del Hatibonico, pero una cosa es que te cuenten y otra bien diferente tenerlo que cruzar.

Todavía sobresaltado por lo vivido, dice que para llegar hasta calle Cuba y subir a algún coche de tracción animal, rumbo a su residencia cerca del Retiro, la corriente lo empujaba, sosteniéndose de una columna, un poste y de las rejas del Palacio de los Matrimonios, logró llegar a la esquina.

Su ropa mojada pesaba más de lo habitual y perdía el equilibrio, dos personas que recorrían similar trayecto lo agarraron del brazo y así, con la solidaridad que muchos no perdemos ante las vicisitudes, sorteando el “todo río” este joven logró llegar a casa con el deber cumplido.

Su nombre me lo reservo, pero quienes lo conocen, sabrán descifrar al caminante bajo la lluvia, que no curioseaba, sólo trabajaba para un bien común.

Otras notas húmedas

Para dejar constancia de este conocido temporal de junio, que antes del cambio climático siempre movió algunos planes de los camagüeyanos, traigo opiniones populares, de quienes viven cerca del río y se mantienen vigilantes al aumento de sus márgenes.

Hace solo unos días, la falta de agua fue tanta que su nivel estaba muy deprimido, al verlo crecer en unas horas, los que conocen esa pendiente, comenzaron a subir sus muebles y poner a salvo lo que pudieron.

Otros en su bregar diario no tuvieron tiempo para prepararse. Con pena vi las fotos de vecinos saliendo con el agua a la cintura, con algunas pertenencias, sus animales y objetos más queridos.

Me conmovieron las imágenes, porque en tiempos de tanta escasez, como los actuales, recuperarse de las pérdidas materiales es bien difícil, sin embargo, hasta hoy no se han reportado pérdidas de vidas humanas.

En busca de información para escribir esta crónica, que hace casi 15 años no había tenido que revivir, mientras caminaba la ciudad por la mañana vuelvo a recordar al poeta, pues tal como termina su obra, también los camagüeyanos no paraban de comentar: “¡cómo se ha puesto el río!”

No por lluvia dejamos de recordar 120 años de oficializar el nombre de nuestra tierra. La situación para algunos fue bendición con el agua necesaria, para otros es aún pesadilla, pero en esencia, como el cause del Hatibonico, se desborda la solidaridad, las manos amigas para limpiar y recuperar estuvieron prestas desde el sábado temprano, porque ya bajó el río y comienza un nuevo día, sin dejar de estar atentos porque puede repetirse, la madre naturaleza es así de caprichosa.

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