Los abuelos, el trabajo sociocultural y el bien común

Fotos: José A. Cortiñas Friman
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Xiomara, Idalgisa, Digna, Elizarda, Ana, Inelda y muchas más mujeres de la tercera edad han encontrado en un importante inmueble de la calle Cristo -en la ciudad de Camagüey- la casa donde nació Carlos J. Finlay, un espacio para la socialización, el aprendizaje y el disfrute plenos.

Funciona allí desde el año 2006 el proyecto sociocultural Encuentro con la Historia; al que ellas, enfermeras jubiladas, se han integrado para dialogar acerca de diversos temas: históricos, de medicina, relacionados con nuestra urbe patrimonial, experiencias de vida… y para formar parte de actividades culturales con artistas locales y especialistas de la institución adscrita a la Oficina del Historiador.

La líder del grupo, Xiomara Solís Cruz, cuenta que la idea de estas tertulias se originó en la propia carrera que comienzan a aprender desde muy jóvenes, como sucede cuando las causas nobles unen a la gente buena. “En la asignatura Historia de la Enfermería, los alumnos tenían que entrevistar a una personalidad de la profesión para escribir un trabajo con el cual resaltaran esas historias de vida valiosas, y a menudo desconocidas”.

“Aquí mismo -la Casa Finlay- presentaban sus investigaciones. Invitábamos a los protagonistas de los textos; se les obsequiaba un ramo de flores; incluso, muchas veces, enfermeras jubiladas participaban en el tribunal de evaluación. Así surgió nuestro proyecto, que nos reúne una vez al mes, los terceros viernes”.

Xiomara -quien conoce detalles de la trayectoria de cada una de las integrantes del grupo- tiene también todos los argumentos para afirmar que la vivienda donde nació el reconocido científico camagüeyano es un “lugar emblemático para la enfermería”. Y enumera y explica razones históricas para haber escogido este escenario como sede de su proyecto, incluido en la lista de los dirigidos a personas de la tercera edad, junto con “Salud y Vida”, “Arteterapia”, “Club de los 120 años con juventud y experiencia”, “Aprendiendo a vivir con Parkinson”, entre otros.

La base que los sustenta está claramente definida en la caracterización de la Casa: “Establecer vínculos con el sector de la Salud y brindarle el espacio idóneo para la realización de actividades académicas y científicas”.

El documento, del que nos ofreció algunos elementos la especialista Rosilda Viera Rodríguez, refiere también la “visión alcanzable de convertir la Casa en un centro promotor de una amplia cultura general, equilibrando de forma efectiva arte, historia y Ciencias Médicas, lo que beneficiará la calidad de vida de la población aledaña”.

Como muestra de que afortunadamente esos buenos propósitos no han quedado solo en papel, Digna Mustelier Rodríguez, otra de las enfermeras integradas a “Encuentro con la Historia”, nos habla de lo enriquecedoras que resultan sus reuniones. “Aprendemos de personalidades de nuestra cultura, participamos en actividades musicales, hacemos excursiones; en general, este un proyecto polifacético que contribuye muchísimo a nuestro aprendizaje y a salir de la rutina de la casa”.

Durante el diálogo, Digna narra algunas de sus vivencias en las misiones internacionalistas, como la última, en Guinea Ecuatorial, de donde regresó poco antes de jubilarse en 2011. Con la conversación acerca de ese tema, Ana Cruckchan Humes se embulla también a contar sus anécdotas. Ella, graduada de Enfermería en el año 1967, dedicó más de cinco décadas a la profesión, y se especializó en el área de la Pediatría.

Así, mientras Inelda Espinosa García y Elizarda de la Celda Recio permanecen apenadas de compartir sus historias -aunque conocimos de sus relevantes trayectorias gracias a la insistencia de Xiomara, la líder del grupo- Idalgisa Salazar García se emociona y canta. Todos la aplaudimos; y el aula de la Casa Finlay se convierte también, casi al final de la reunión, en una especie de sitio solemne donde se realiza una conmovedora ceremonia para compartir, de mano en mano, una vela encendida, y pedir “por las enfermeras ausentes, por la protección de las que se encuentran de misión, por la salud de todos…”.

¿Existe propósito más noble, justo y hermoso que el de cultivar espacios de este tipo en función de contribuir a la calidad de vida de las personas de la tercera edad? Celebremos entonces este 26 de julio el Día de los Abuelos, una fecha para reivindicar el rol de nuestros mayores en las familias y en la sociedad.

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