Corría el año 1956 y desde entonces, la más joven generación, mostraba sus ansias de libertad mediante atrevidas maniobras como interrumpir el tráfico, romper vidrieras, pintar paredes con consignas y otras operaciones; que denotaban inconformidad con el régimen imperante.
Grupos de jóvenes de las secundarias camagüeyanas se fueron organizando y en sitios ocultos se reunían y planificaban acciones contra el gobierno de Batista.
Entre aquellos muchachos, con apenas 16 años, destaca uno muy osado e impulsivo que, valiéndose de su habilidad de parqueador de autos, arrancaba sin llave el primero que encontraba a mano para rescatar así a cualquiera de sus compañeros en peligro. Ese revolucionario temperamental y atrevido fue: Manuel Cañete Ramos.
La mirada de sus contemporáneos
Según nos comentó el combatiente Manuel Fontes, quien formaba parte de la brigada clandestina Raúl Cervantes, Manolito Cañete, Paquito González y Roberto Peralta, junto a otros estudiantes de las diferentes secundarias de la ciudad, eran menores de edad; por eso él fue su padrino para las acciones.
Recuerda con añoranzas a Manolito como un chico delgado, de estatura mediana, pero muy decidido a todo. Muchas veces tuvo que intervenir y detenerlo, para evitar que arriesgara su vida en hazañas atrevidas, pues su enojo contra el tirano era tal, que no dejaba pasar una oportunidad para demostrarlo.
A finales de 1956 fue apresado y guardó prisión hasta febrero del 57, junto a unos 70 compañeros de lucha; la mayoría eran menores de edad y salieron libres, pero con la vigilancia de los sicarios de Batista.
Cañete volvió a sus actividades conspirativas y ya en 1958, fichado y perseguido por la policía local, se fue al Escambray a reunirse con los rebeldes, donde operaban varios grupos guerrilleros; pero fue capturado por el Ejército Batistiano y asesinado en Loma Alta, en la localidad de Güinia de Miranda, con sólo 19 años.
Justo homenaje
Para recordar a este joven camagüeyano, que entregó su vida a la lucha por la libertad, una escuela politécnica lleva su nombre. Sin embargo, poco se habla de Manolito ahí, aquel valiente muchacho llamado así desde el cariño por sus amigos.
En mi modesta opinión, pienso que a los héroes debemos honrarlos no sólo en las fechas señaladas: hay que indagar sobre ellos mediante quienes lo conocieron, pues traerlos a la actualidad es nuestra reverencia, hacia quienes ofrendaron su juventud por la libertad de su tierra.