La personalidad de Julio Antonio Mella es una de las más conocidas en la Historia de Cuba. Su asesinato no le impidió tener en su haber una obra reconocida como periodista y como líder revolucionario. Símbolo de la juventud cubana, fundó la Revista Alma Mater, en la cual publicó diversos artículos. De igual manera, fue artífice de la creación de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) en 1922, organización de la que asumió la presidencia en 1923.
El Primer Congreso Nacional de Estudiantes en el propio año 1923 lo consolida como dirigente estudiantil con una extensa proyección y un franco carácter antimperialista. Mella fue creador de la Universidad Popular José Martí y protagonista de la Reforma Universitaria.
A finales de 1924, en su condición de presidente de la Confederación de Estudiantes de Cuba, escribe una carta de apoyo a la actitud de los alumnos camagüeyanos que reclaman el cese del director del Instituto de Segunda Enseñanza por permitir la intromisión de policías a caballo en el recinto educacional y las ofensas a docentes y alumnos.
Sus palabras fueron: «Los estudiantes sostienen que una ofensa a un estudiante es una ofensa a todos los estudiantes y por esa razón, levantan su voz de protesta en apoyo de los estudiantes camagüeyanos». Otras asociaciones escolares de Pinar del Río, Matanzas, Santa Clara y La Habana también se solidarizan con la causa de los educandos de Camagüey.
La constitución de la Liga Antiimperialista, la fundación -junto con Carlos Baliño, Fabio Grobart y otros revolucionarios- del Partido Comunista de Cuba en 1925, así como su labor en el movimiento obrero, no pasan desapercibidas por el gobierno de Gerardo Machado, quien trata de desacreditarlo.
Acusado de terrorista y sedicioso, fue hecho prisionero en 1925. En la cárcel inicia una huelga de hambre que dura 18 días. Desde la ciudad agramontina, el Comité de Damas de La Vigía escribe una petición a la madre de Machado y otra de solidaridad al Comité Pro Libertad de Mella. Los concejales camagüeyanos también acuerdan solicitar esta petición.
Para diciembre de ese año, al salir del hospital gravemente enfermo y débil, viene nuevamente a Camagüey junto con su esposa Olivín a casa de su tía Ángela Mariana Zaldívar Peyrellade, para recuperarse. Ya había visitado la ciudad un año antes cuando hace estancia en la casa familiar Zaldívar Freyre durante su luna de miel.
Su estancia en México es convulsa. Divergencias con el Partido Comunista Mexicano y la Internacional Comunista son constantes. Asimismo, las garras machadistas se ciñen sobre su vida. Es asesinado el 29 de enero de 1929 en México en circunstancias aún no totalmente esclarecidas, aunque prevalece la versión del cumplimiento de la orden de Machado y la ejecución por dos de sus esbirros.
Mella en la memoria
La llegada de las cenizas de Julio Antonio Mella a Cuba el 27 de septiembre de 1933 constituyó un acontecimiento que estremeció el país. El pequeño obelisco donde reposarían sus cenizas en el Parque de la Fraternidad fue derribado por la policía, mientras la sede de la Liga Antiimperialista quedó allanada por el ejército con una represión brutal que ocasionó numerosos heridos y muertos -entre ellos, el pionero Francisco González Cueto (Paquito).
Un año más tarde, el 10 de enero de 1934, en La Habana se decide organizar un acto de recordación al líder cubano. Pese a no estar autorizado, los manifestantes salen del Instituto Provincial para llegar hasta el Parque de la Fraternidad. En el trayecto son atacados por la policía en un enfrentamiento y represión violenta, que no logró impedir el homenaje.
En la ciudad de Camagüey, en esa misma fecha y año, en medio de fuertes represiones a movimientos sociales, estudiantiles y obreros, se convoca a la Jornada Mella, con motivo del V Aniversario del asesinato del líder. El periódico El Camagüeyano reclama la presencia de los ciudadanos en el teatro Guerrero para la primera velada de homenaje al líder. Allí hizo uso de la palabra entre los oradores, el Doctor Jorge Caballero Rojo.
Una vez más Julio Antonio Mella estaría entre los camagüeyanos, como ha estado en los múltiples homenajes que se realizan en la plaza que lleva su nombre en la Universidad Ignacio Agramonte y en otras conmemoraciones. De igual forma se encuentra entre nosotros a través del libro más reciente de los investigadores Adis Cupull y Froilán González “Julio Antonio Mella y Natasha Mella. Reencuentro al final del camino”.