Escribir acerca de su figura siempre representa un reto. Enumerar sus victorias llevaría más de una cuartilla; pero agradecerle por todo lo que nos brindó es aún más infinito.
Él nació como lo hacen todos los hombres; pero con sólo una diferencia: la historia lo esperaba para brindarle el lugar de líder victorioso que tenía escrito.
No importaron tendencias políticas de su familia, ni el Birán legendario donde llegó al mundo. Él estaba dispuesto para que la historia lo absolviera, para que el llano lo apoyara y la sierra le diera la victoria.
Cinco letras bastaron para ponerle un nombre imborrable en el tiempo: Fidel; el destino estaba seguro que él brindaría un nuevo amanecer a Cuba.
Este mes de agosto no sólo es para recordarle, tiene también una luminosidad diferente porque, aunque no esté físicamente, continúa guiando su legado.