Recuerdo, con frecuencia, a este hombre del que les hablaré hoy; pues logré mantener con él una bonita amistad, aunque apenas nos vemos. Ella perdura y creo así será por siempre.
Un profesional probado, de esos que no te dicen no, en ningún momento. Por el que puedes apostar, de criterios artísticos seguros. No solo sus años de estudio lo avalan, sino también su “buen ojo”, experiencia como profesor y reconocimiento como artista de la plástica.
Allá por la década de los 90 del pasado siglo trabajamos juntos y les aseguro nunca pensé que esta persona tan callada, sonriente y discreta lograra ofrecer sus sabios y atinados consejos metodológicos a los instructores de artes plásticas que se desempeñaban en las distintas Casas de Cultura de la provincia.
Tanto he hablado de él y aún no le he dicho su nombre: Rodrick Dixon Gently. Este amigo, aun residiendo en el municipio Vertientes, de donde no se ha ido jamás; sigue respirando el aire de su tierra, de su casa, allí viven sus recuerdos, de ellos se nutre su creación sistemáticamente y se alimentan las historias con que pinta y también escribe para que todos nos maravillemos con sus creaciones.
A este amigo le pedimos un día realizara una exposición personal en la galería “Fidelio Ponce”, perteneciente a la Oficina del Historiador, – situada en la calle Carmen, allí donde también radica el edificio administrativo de esta institución que tantos logros ha traído para nuestra ciudad-; petición a la que accedió gustosamente.
A su vivienda fuimos a dar, tomamos café, conversamos sobre diversos temas y nos mostró muchos de los trabajos en los que laboraba en esos momentos, y allí mismo coordinamos los detalles para el nuevo trabajo que se avecinaba.
Nadie imagina las vicisitudes que pasa para trasladarse hasta acá, ni las horas que invierte en su viaje hasta la cabecera provincial, pero no le importa, lo cierto es que siempre regresa a su Vertientes querido.
Dixon expone la virtud de la amistad, la sinceridad, las buenas maneras y costumbres, esas que le enseñaron sus ancestros, los mismos que le muestran a diario las ideas y motivaciones para sus obras de arte.
Con gran satisfacción disfruté de la Distinción “Fidelio Ponce de León “que le fue entregada por la obra de la vida, con motivo de celebrarse anualmente el Salón que lleva ese mismo nombre; y que ya este año arribó a su XXXI cumpleaños.
Enhorabuena amigo Dixon. Deseo en nombre del arte camagüeyano que este reconocimiento sea un motivo más para incentivar tus éxitos. Puedes estar seguro que aquí, en mi hogar, estás presente cada día. Tengo el gran privilegio de contar, en mi sala, con una de tus obras; muestra del amor que le profesas a cada una de las personas que contamos con tu amistad. Gracias por tu arte, ejemplo de la mezcla divina que es la cultura cubana.