Palacio Pichardo: miradas al pasado

Fotos: Cortesía de la autora
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Por: Karen María Hernández Rodríguez

Antecedentes históricos

La casa de vivienda se emplazó en un eje de primera categoría de la ciudad que enlaza la parte sur con la norte hasta el ferrocarril central. En esta importante vía se instalaron las más ilustres familias camagüeyanas, como la de Ignacio Agramonte y la de Gertrudis Gómez de Avellaneda.

Ubicada en la calle Avellaneda -esquina Tío Perico- recibió el apelativo de Palacio Pichardo por ser la residencia del Dr. Francisco Pichardo y Tapia, reconocido abogado de la Real Audiencia de Puerto Príncipe a mediados del siglo XIX.

Las primeras referencias históricas corresponden al año 1838, cuando su propietario Juan Francisco Porro la vende al Dr. Manuel Carmona. En aquel entonces, contaba de un solo nivel. En 1847, el inmueble es adquirido por el abogado Francisco Pichardo y Tapia, quien somete a la edificación a varias modificaciones, entre ellas la construcción del segundo nivel.

A partir de 1930, en el primer nivel funcionó una consulta médica y posteriormente un laboratorio. Después de 1959, el inmueble fue ocupado por la Dirección de Finanzas de Camagüey desde 1977 hasta 2002, año en que fue desalojado debido a su estado de conservación.

Intervenciones arqueológicas

Los trabajos de excavación se desarrollaron en 2019, por el grupo de arqueología de la Dirección de Investigaciones de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey. La investigación arrojó datos significativos de la evolución del inmueble y de los usos que tuvieron algunos de los espacios intervenidos.

En un primer momento se proyectó como área de trabajo el patio de la edificación.  Sin embargo, entre los meses de febrero y marzo de 2019 se halló un pozo de brocal en una de las habitaciones de la segunda crujía, por la Empresa de Proyectos de Ingeniería (EPIN) que realizaba una calas de cimentación. Por esa razón, se decidió excavar en las habitaciones que confluían al patio.

En total se intervinieron tres espacios y las evidencias recuperadas ofrecieron datos significativos sobre la funcionalidad del espacio y sus períodos de ocupación.

Vida cotidiana del espacio

La excavación fue fructífera en material cultural, incluyendo evidencias de dieta, fragmentos de cerámica de variadas tipologías, vidrio y metal. Los restos materiales obtenidos posibilitaron un acercamiento a la vida cotidiana y a diferentes procesos de descarte y dinámicas sociales ocurridas dentro del inmueble.

La mayoría de las evidencias recuperadas son de cerámica de procedencia diversa, entre las que destacan loza fina inglesa y de cerámica tipo gres, del siglo XIX; así como cerámica y maýolica manufacturada en el siglo XVIII en Europa y América Latina, con representividad de la Puebla azul y sus variantes.

Con respecto a la cerámica de manufactura local, fue representativa la de tradición aborigen. Se trata de recipientes confeccionados sin el empleo del torno que formó parte de la vajilla doméstica como una opción para el consumo y almacenamiento de alimentos, empleadas preferentemente para la cocción de los alimentos.

Su aparición se ha identificado en otros sitios estudiados de la ciudad de Camagüey. Igualmente se hallaron varios artefactos asociados a la vida doméstica, como fichas de juegos, botones de hueso y de metal, cañas de pipa de caolín, fragmentos de cucharas, cuchillos y llaves.

Los fragmentos de vidrio recuperados pertenecen en su mayoría a botellas utilitarias representadas en botellas de ginebra, de licor, frascos de farmacia, vasos y copas.

Se pudo determinar que los moradores consumieron una multiplicidad de recetas culinarias basadas en ganado vacuno, equino, porcino, aves de diferentes especies -tanto de corrales como silvestres-, peces óseos, quelonios y moluscos marinos.

Fragmentos de ollas de cerámica ordinaria

En resumen…

La excavación arqueológica en el Palacio Pichardo aporta nuevos conocimientos sobre el sitio de las actividades domésticas y cómo la edificación se fue transformando con el análisis de las evidencias materiales. Permitió además datar el contexto a una fecha de ocupación anterior a 1841, fecha que corresponde a la época de ocupación de mediados del siglo XVIII.

Huella de horcón que se presume del siglo XVIII
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